jueves, 23 de mayo de 2013

NUEVAS PINTURAS DE ZAMORA

SANTA LUCÍA Y SAN CIPRIANO

Hace unas semanas comencé a pintar una nueva serie basada en Zamora; esta vez en iglesias y templos de la ciudad del Duero y de su provincia. Hasta el momento he realizado tres cuadros con estos motivos: el primero, con la iglesia de Santa María de Tábara; el segundo, con el templo prerrománico de San Pedro de la Nave, y el tercero, con las iglesias de Santa Lucía y San Cipriano, de la capital, que es el que presento hoy.
 
 
 
 
Esta plaza mágica, con la presencia constante del templo de Santa Lucía con su espadaña y su nido de cigüeña, acompañados fielmente por la torre singular de la iglesia de San Cipriano, es un símbolo de mi adolescencia, una estampa insustituible en el desván de mis recuerdos. No en vano incluí en mi libro Zamora entre la ausencia y el reencuentro, publicado generosamente por el Instituto de Estudios Zamoranos "Florían de Ocampo" en 1995, el siguiente romance sobre la Plaza de Santa Lucía:
 
Zamora tiene una plaza
con palacio y con iglesia
en cuya espadaña anidan
desde siempre las cigüeñas.
Por ese cuadrado dulce
vino y fue mi adolescencia:
de ida hacia el instituto;
hacia mi casa de vuelta.
 
El Cordón de San Francisco,
relieve de oro en la piedra,
quedó para siempre atado
en mi mirada de fiesta.
Y sobre la alta espadaña,
fiel con pluma blanquinegra,
la cigüeña señalaba
la luz de la primavera.
¡Ay, si en la plaza del alma
tuviera yo una cigüeña
que me trajera el milagro
del sol de mi edad primera!

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