jueves, 23 de octubre de 2014

CURSOS.- LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX (1)



TEXTOS DE INTRODUCCIÓN

"Magnífica definición la que Antonio Machado dio de la poesía --más mirando a la suya que a la ajena--: "Lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo dice, con voz propia, en respuesta al contacto del mundo." Precisamente lo que hizo que él se apartara en seguida de Rubén fue creer que éste buscaba nada más el colorido, la sensación, la sonoridad, el tema exótico, cuando él creía nada más que "en la honda palpitación del espíritu", desnuda en la más desnuda expresividad (...). Y él lo confiesa: "Me siento algo en desacuerdo con los poetas del día. Ellos propenden a una destemporalización de la lírica, no sólo por el desuso de los artificios del ritmo sino, sobre todo, por el empleo de las imágenes en función más conceptual que emotiva."
                                        (Nota preliminar firmada por F. S. M. a
                                        Poesías escogidas de A.    Machado, Aguilar, Madrid, 1958)

"Eran jóvenes que irrumpieron en el mundo literario español(...) con una proclamada conciencia innovadora y con un gran bagaje intelectual que no procedía sólo de la pasión autodidacta por la lectura sino también de la formación recibida en las aulas universitarias y del contacto con los círculos culturalmente más dinámicos del momento. Familiarizados con los clásicos españoles, tan valorados por noventayochistas e institucionistas, y con la poesía del "Fin de siglo" francés, realzada por la obra de Juan Ramón Jiménez, padre espiritual de todos ellos, muchos de estos jóvenes llegarán a ser también verdaderos profesionales de la docencia y de la crítica literaria. Tal es el caso de los llamados "poetas-profesores", entre los que se cuentan, entre otros, Salinas, Guillén, Dámaso Alonso y Gerardo Diego."                                        
                                R. Reyes Cano (Sevilla en la Generación del 27)

 "En cuanto a las promociones que han ido sucediéndose, cabría distinguir la que aparecía alrededor de 1935, es decir, poco antes de la guerra civil, alcanza su madurez en la década siguiente, y la que hacia 1945, o sea, al fin de la guerra mundial, acusa el influjo de la atroz crisis espiritual del momento, para evolucionar más tarde hacia lo que constituirá la nota más significativa de una tercera promoción en la década de 1950: el afán de realismo y el interés por el destino de la colectividad. Generalizando mucho, podríamos asignar un tono de serena confianza a la primera, de sombrío desasosiego a la segunda, y de áspera protesta, matizada de esperanza, a la tercera."
                                           J. García López (Historia de la Literatura)




 I. GENERACIÓN DEL 98 Y  MODERNISMO


Introducción

La Generación del 98 está formada por un grupo de escritores intelectuales nacidos entre 1860 y 1875 que tienen en común preocupaciones filosóficas, éticas y literarias cuya aspiración máxima es lograr la regeneración de España, y sienten profundamente la crisis nacional producida por el desastre del 98 en el que se perdieron las colonias de Ultramar. Adoptan como sistema de pensamiento el existencialismo y lo que éste conlleva: la angustia vital, la intuición o la voluntad de vivir y en el plano literario reaccionan contra el realismo y  naturalismo anteriores. Entre sus máximos representantes destacan Antonio Machado, Miguel de Unamuno o Pío Baroja.
El Modernismo, que es tanto una actitud de vida como un movimiento literario, representa una reacción contra el prosaísmo del mundo burgués, y sus miembros, cuyo mayor exponente es Rubén Darío, proponen como postulado esencial la exaltación de la belleza.
Siguiendo a Pedro Salinas, la Generación del 98 es un movimiento sobre todo español, analiza la realidad nacional y escribe una literatura de la vida preferentemente. Mientras que el Modernismo es cosmopolita, sintetiza elementos románticos, simbolistas y parnasianos y rinde culto al arte y los sentidos.
Los escritores de la Generación del 98 cultivan prácticamente todos los géneros literarios, desde el ensayo hasta la poesía, pasando por la novela y el teatro. Mientras que los representantes del Modernismo se inclinan por el cultivo de una poesía llena de musicalidad, elementos sensoriales, escapismo hacia lugares exóticos o referencias mitológicas




Galería de autores destacados (I)
 

Miguel de Unamuno (1864-1936) nació en Bilbao. Estudió Filosofía y Letras en Madrid. Fue catedrático de Griego y rector de la Universidad de Salamanca, ciudad donde residió hasta su muerte. Por sus ideas políticas fue desterrado a Fuerteventura por la Dictadura de Primo de Rivera. Recorrió España de cabo a rabo y viajó también por Italia, Suiza y Portugal.
Fue un gran poeta  como demostró en obras tan importantes como El Cristo de Velásquez, Rosario de sonetos líricos o Teresa, poemario dedicado a su esposa, del que entresacamos los siguientes versos:
“Te recitaba Bécquer; golondrinas
Refrescaban tus sienes al volar;
Las misma que piadosas hoy, Teresa,
Sobre tu tierra vuelan sin cesar.
Las mismas que al Señor, de la corona,
Espinas le quitaron al azar;
Las mismas que me arrancaron las espinas
Del corazón que se me va a apagar.
Golondrinas que vienen de tu campo
Trayéndome recuerdos al pasar,
Y cuya sombra acarició la hierba
Bajo que has ido al fin a descansar.”

Unamuno destacó también en la novela, entre cuyos ejemplos más importantes sobresalen San Manuel Bueno, mártir, que narra el problema de fe que tiene un cura de pueblo al que sus feligreses consideran un santo, o Niebla, a la que llamó el autor “nivola” y cuyo protagonista Augusto Pérez es el otro yo de Unamuno, el cual, ante la angustia que le produce saber que el novelista ha decido darle muerte, se rebela contra él y le dice:
“Pues bien, mi señor creador don Miguel, también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de la que salió. ¡Dios dejará de soñarle! Se morirá usted, sí, se morirá aunque no lo quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos, todos, todos, sin dejar uno. ¡Entes de ficción como yo, lo mismo que yo.”

Asimismo escribió un teatro esquemático y esencial (Fedra) y numerosos libros de ensayos en los que expresa con profundidad sus ideas sobre la raza, la inmortalidad, el sentimiento trágico de la vida o la existencia de Dios. Y también sus impresiones sobre el paisaje castellano intemporal (Andanzas y visiones españolas), artículos de crítica literaria (Vida de Don Quijote y Sancho), o  puramente filosóficos, como en Del sentimiento trágico de la vida, del que extraemos el siguiente párrafo:
La mente busca lo muerto pues lo vivo se le escapa; quiere cuajar en témpanos la corriente fugitiva, quiere fijarla. Para analizar un cuerpo, hay que menguarlo o destruirlo. Para comprender algo hay que matarlo, enrigidecerlo en la mente. La ciencia es un cementerio de ideas muertas, aunque de ellas salga vida. También los gusanos se alimentan de cadáveres. Mis propios pensamientos tumultuosos y agitados en los senos de mi mente, desgajados de su raíz cordial, vertidos a este papel y fijados en él en formas inalterables, son ya cadáveres de pensamientos. ¿Cómo pues, va a abrirse la razón a la revelación de la vida? Es un trágico combate, es el fondo de la tragedia, el combate de la vida con la razón. "

Su estilo es fuerte, atrevido, lírico a veces, áspero otras, dramático en ocasiones, pero siempre llamativo, un estilo de los que no caen en saco roto. Además su expresión está llena de paradojas, ironías, con resonancias etimológicas y palabras terruñeras, castizas.


 ***


José Martínez Ruiz “Azorín” (1874-1967) nació en Monóvar (Alicante). Cursó Derecho en Valencia, Granada y Salamanca. Se trasladó a Madrid, donde  trabajó de periodista.. Fue miembro de la R.A.E. y al llegar la guerra civil se marchó a  Francia. Transcurrida la contienda, regresó a Madrid, donde permanecería hasta su muerte.
Hizo incursiones en la novela, como lo demuestran los siguientes títulos: La voluntad, Antonio Azorín o Las cofesiones de un pequeño folósofo, de carácter autobiográfico y de la que copiamos las líneas siguientes: María Rosario, tú tenías entonces quince años; llevabas un traje negro y un delantal blanco; tus zapatos eran pequeñitos y nuevos.
“María Rosario, tú te ponías a coser en el patio, en un patio con un toldo y grandes
María Rosario, yo pienso a ratos, después de tanto tiempo, en tus manos blancas, en tus pies pequeños, en tu busto suavemente henchido; yo quisiera volver a aquellos años y oír el ruido de la máquina en ese patio, y ver tus ojos claros, y tocar con las dos manos muy blandamente tus cabellos largos. Y esto no puede ser, María Rosario; tú vivirás en una casa oscura; te habrás casado con un hombre que redacte terribles escritos para el juzgado; acaso te hayas puesto gruesa, como todas las muchachas de pueblo cuando se casan; tal vez encima de la mesa del comedor haya unos pañales....”
También cultivó el teatro de tipo fantástico (caso de Brandy, mucho brandy) y el ensayo, género en el que destacó con obras como Castilla, donde presenta temas comunes a otros compañeros de la Generación del 98, como la relación España-Europa, la idea de intrahistoria,  la del eterno retorno o la del paso inexorable del tiempo, que lo destruye todo. O La ruta del don Quijote, en la que el autor explica sus viajes por la Mancha, visitando en especial los lugares que sirven de marco a la obra de Cervantes. He aquí un breve fragmento:
“Ya llevamos caminando cuatro horas; son las once; hemos salido a las siete de la mañana. Atrás, casi invisible, ha quedado el pueblo de Argamasilla; sólo nuestros ojos, al ras de la llanura, columbran el ramaje negro, fino, sutil, aéreo de la arboleda que exorna el río, delante destaca siempre, inevitable, en lo hondo, el azul, ya más intenso, ya más sombrío, de la cordillera lejana. Por este camino, a través de estos llanos, a estas horas precisamente, caminaba una mañana ardorosa de julio el gran caballero de la Triste Figura; sólo recorriendo estas llanuras, empapándose de este silencio, gozando de la austeridad de este paisaje, es como se acaba de amar del todo, íntimamente, profundamente, esta figura dolorosa.”


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Antonio Machado (1875-1939) nació en Sevilla. Estudió en Madrid en la Institución Libre de Enseñanza. Viajó a París, donde conoció a Rubén Darío. Fue catedrático de francés en Soria; allí conoció a Leonor Izquierdo y se casó con ella; pero la muerte de su esposa sumió al poeta en un dolor profundo. Luego enseñó en Baeza, Segovia y Madrid. Republicano, al estallar la guerra civil, huyó a Valencia, después a Barcelona y, finalmente, a Collioure, donde murió a poco de llegar.

Escribió abundante obra en prosa, de la que destaca Juan de Mairena, que trata temas de carácter literario y filosófico. También, en colaboración con su hermano Manuel, escribió teatro, uno de cuyos títulos más representativos es: La Lola se va a los puertos, donde su protagonista, una agraciada bailaora, representa el alma popular española, eligiendo como marido a su guitarrista en vez de los señoritos que la cortejaban.
Pero es en la poesía donde se consagró. Su primer libro, Soledades, contiene rasgos modernistas, así como el simbolismo del paso del tiempo, el amor, el agua, la tarde o los caminos..., que se repetirán después. En muchos de sus poemas aparecen la tristeza, la monotonía o el canto de lo cotidiano y de las pequeñas cosas, que son motivos constantes en su poesía. He aquí una muestra:
Yo voy soñando caminos
de la tarde, ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.”
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se obscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.”

Después apareció Campos de Castilla, su mejor obra, en la que se muestra, como sus compañeros de Generación, preocupado por el tema de España,  a la vez que canta el paisaje castellano, como en el apartado Campos de Soria o expresa su experiencia amorosa con Leonor, su joven esposa, que moriría al poco tiempo de casarse.
El siguiente libro, Nuevas canciones, expresa, adoptando las formas breves de la lírica tradicional española, los más profundos pensamientos con la menor sonoridad posible: temores, deseos, sentencias y reflexiones sobre la existencia humana.
Cierran su producción poética un Cancionero apócrifo, del poeta filósofo Abel Martín inventado por él, y Poesías de guerra, entre las que destaca la emotiva elegía al asesinato del poeta Federico García Lorca.
Más que los temas (el paso del tiempo, los recuerdos personales, el amor, el paisaje castellano, España...) lo que importa en Machado es la emoción profunda y austera que impregna su expresión. Sus versos, sentidos y sobrios, son muchos asonantados y octosílabos, aunque también emplea las combinaciones de heptasílabos y endecasílabos, los endecasílabos de sus sonetos y en ocasiones los alejandrinos. Además de los citados sonetos, sus estrofas más corrientes son las coplas, los romances y las silvas arromanzadas. Mucha de la poesía contemporánea española se siente hereditaria de la de Antonio Machado por su austera y sincera humildad y sencillez de forma métrica.

                              

        TEXTO COMENTADO
        POEMA DE ANTONIO MACHADO



"¿Por qué, decidme, hacia los altos llanos
huye mi corazón de esta ribera,
y en tierra labradora y marinera
suspiro por los yermos castellanos?
Nadie elige su amor. Llevóme un día    5
mi destino a los grises calvijares
donde ahuyenta al caer la nieve fría
las sombras de los muertos encinares.
De aquel trozo de España, alto y roquero,
hoy traigo a ti, Guadalquivir florido,    10
una mata del áspero romero.
Mi corazón está donde ha nacido,
no a la vida, al amor, cerca del Duero...
¡El muro blanco y el ciprés erguido!"




SITUACIÓN
Antonio Machado en Campos de Castilla incorpora los tres grandes temas de la Generación del 98: la preocupación histórica, el paisaje y el amor. Aquí aparecen los dos paisajes del poeta: el de su tierra natal, Andalucía, y el de Soria, donde se enamoró. El texto es el segundo soneto del grupo titulado Los sueños dialogados .


CONTENIDO
El poeta añora la meseta castellana en su tierra natal. El destino un día lo llevó a Soria para sentir el amor como nunca. De ahí que lleve a su Guadalquivir florido una mata de romero de las tierras sorianas. Confiesa que su corazón está donde conoció a su mujer y donde yacen sus restos. El contenido queda distribuido así: en la 1ª estrofa el poeta añora en su tierra natal los yermos castellanos; en la 2ª, el destino le lleva un día a enamorarse allí; en la 3ª, el poeta trae al Guadalquivir florido una mata de romero soriano; y en la 4ª, su corazón se encuentra donde conoció el amor y lo perdió.

  ANÁLISIS
Es un soneto poco común (cuarteto, serventesio, terceto, terceto); así que su esquema métrico es 11A 11B  11B  11A;  11C 11D 11C 11D; 11E 11F 11E;  11F 11E 11F. Los encabalgamientos se dan en los ocho primeros versos (el serventesio todo él es un encabalgamiento). Respecto de los recursos expresivos más destacables, el cuarteto constituye una interrogación retórica (afirma que su corazón huye de su tierra natal a la desnuda meseta castellana). El "huye" intensifica su nostalgia y constituye una personificación ("huye mi corazón"). En "Nadie elige su amor" el amor es una metáfora del destino.  Con sendas perífrasis se alude a los dos paisajes queridos por el poeta (Andalucía: esta ribera, tierra labradora y marinera; Soria: altos llanos, yermos castellanos, grises calvijares, nieve fría, encinares, aquel trozo de España alto y roquero...). En los tercetos leemos por fin  los nombres de los ríos de ambos paisajes. Léxico de Machado: altos llanos, mi corazón, tierra labradora, grises calvijares, nieve fría, sombras, muertos encinares, romero...; en "Mi corazón está donde ha nacido, no a la vida, al amor, cerca del Duero" se resume el tema y la afirmación-negación es un prodigio de asíndeton. Finalmente, los puntos suspensivos del verso 13 preparan la emoción expresada en el último verso, "¡El muro blanco y el ciprés erguido!", sentida metáfora que alude al cementerio soriano donde yace su joven esposa Leonor.

CONCLUSIÓN
Se trata, en resumen, de un soneto donde expresa Machado su amor por las tierras sorianas donde, ya mayor,  nació al amor y a la vida al conocer a la mujer que sería su esposa en una tierra y un paisaje, el de la meseta regada por el Duero, que siempre estaría presente en su poesía, pese a que allí también sufriera la terrible desaparición de su mujer. El amor y el paisaje, dos temas del  98, aparecen, pues en el poema que acabamos de analizar.

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Galería de autores destacados (II)

Pío Baroja (1872-1956) nació en San Sebastián. Durante su juventud residió en Pamplona y Madrid, donde estudió Medicina. Ejerció esta profesión en Cestona. Después se instaló definitivamente en Madrid (los veranos, en su casa de Vera de Bidasoa). Abrió una panadería y se dedicó al periodismo y a la literatura. Viajó por Europa. Fue miembro de la R.A.E. Solitario y de espíritu independiente, mostró siempre su desprecio por las convenciones humanas.
Escribió poesía, una colección de narraciones históricas, cuyo protagonista fue Eugenio Aviraneta, un libro de memorias y muchas novelas, entre las cuales destacan las siguientes: Zalacaín el aventurero, perteneciente a la trilogía Tierra vasca, refleja como ninguna otra el ideal del escritor: la acción frente a la reflexión, pues Martín Zalacaín, aventurero convencido e involucrado en la segunda guerra carlista, representa el hombre al que Baroja, tranquilo y pacífico, le hubiera gustado ser. Camino de perfección (de La vida fantástica) relata el camino de destrucción (al contrario del seguido por Santa Teresa de Jesús en su libro de mismo título) que sigue Fernando Osorio, personaje contradictorio, como Baroja, entre revolucionario y abúlico. La busca, perteneciente a la trilogía social La lucha por la vida, junto con otras novelas como Mala hierba, narra las vicisitudes del protagonista Manuel Alcázar en el Madrid de finales del siglo XIX, en un ambiente de pícaros, prostitutas y proletarios, por llegar a conseguir un trabajo y una vida de bienestar. O El árbol de la ciencia (de La raza), acaso la novela más representativa de Baroja pues, además de incluir rasgos autobiográficos del autor, muestra las inquietudes de la Generación del 98. En ella el protagonista, Andrés Hurtado se hace médico y ejerce durante un tiempo; sin embargo, decepcionado por las costumbres de la sociedad que le rodea, regresa a Madrid, donde tampoco encuentra descanso para su escéptico modo de ver la vida; cree, finalmente, hallar la solución en el amor y el matrimonio, pero primero la muerte de su esposa Lulú y luego la de su hijo, lo llevan al suicidio. He aquí un fragmento de la novela:
“La Venancia era una de esas viejas secas, limpias y trabajadoras; se pasaba el día sin descansar un momento.Tenía una vida curiosa. De joven había estado de doncella en varias casas, hasta que murió su última señora y dejó de servir. La idea del mundo de la Venancia era un poco caprichosa. Para ella, el rico, sobre todo el aristócrata, pertenecía a una clase superior a la humana. Un aristócrata tenía derecho a todo: al vicio, a la inmoralidad, al egoísmo; estaba como por encima de la moral corriente. Una pobre como ella, voluble, egoísta o adultera, le parecía una cosa monstruosa; pero esto mismo en una señorona lo encontraba disculpable.
A Andrés le asombraba una filosofía tan extraña por la cual el que posee salud, fuerza, belleza y privilegios tiene más derecho a otras ventajas que el que no conoce más que la enfermedad, la debilidad, lo feo y lo sucio. Aunque no se sabe la garantía científica que tenga, hay en el cielo católico, según la gente, un santo, San Pascual Bailón, que baila delante del Altísimo, y que dice siempre: “más, más, más”. Si uno tiene suerte le da más, más, más; si tiene desgracias, le da también más, más, más. Esta filosofía bailonesca era la de la señora Venancia.
La Venancia conocía toda la vida íntima del mundo aristocrático de su época; los sarpullidos en los brazos y el furor erótico de Isabel II; la impotencia de su marido; los vicios, las enfermedades, las costumbres de los aristócratas las sabía por detalles vistos por sus ojos.”

Baroja sacrificó lo académico y las normas gramaticales a cambio de lograr la exactitud, precisión, claridad y rapidez en sus novelas. Buen escritor del 98, mostró aborrecimiento por la grandilocuencia de la literatura del siglo XIX. Prefiere el habla corriente de la calle, el de la gente de acción y valiente del país Vasco o el de los habitantes de los barrios bajos de Madrid. Sus novelas reflejan fielmente el mundo que lo rodea. Y como lo que observa le parece negativo, por sus páginas desfila un hondo pesimismo, que no escatimó siempre que lo consideró necesario.


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Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936) nació en Villanueva de Arosa. Estudió el bachillerato en Pontevedra y Derecho en Santiago. Dejó los estudios y se fue a México, donde trabajó de periodista. Luego volvió a Galicia. En 1895 apareció en Madrid con sus típicos quevedos, melenas y barbas largas. Llevó una vida de bohemia y constantes disputas con otros escritores. Se casó con la actriz Josefina Blanco y viajó por América del Sur dirigiendo la compañía teatral de María Guerrero. Después alternó su vivienda entre Madrid y su tierra natal. Fue carlista, atacó a la Dictadura y sufrió cárcel varias veces. Fue director de la Academia Española de Roma. Finalmente, a consecuencia de un cáncer murió en Santiago de Compostela.
Escribió poesía de rasgos modernistas como Aromas de leyenda, y otra de marcado tono caricaturesco, muy cercano a lo que él llamó "esperpento", en el caso de La pipa de Kif. Sin embargo, supo mezclar ambos estilos en libros como El pasajero, del que entresacamos el peculiar soneto siguiente:
“¡Tengo rota la vida! En el combate
de tantos años ya mi aliento cede,
y al orgulloso pensamiento abate
la idea de la muerte, que lo obsede.

Quisiera entrar en mí, vivir conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente.

¿Dónde la verde quiebra de la altura
con rebaños y músicos pastores?
¿Dónde gozar de la visión tan pura
que hace hermanas las almas y las flores?
¿Dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis dolores?”


También cultivó el cuento, una de cuyas colecciones más conocidas es Jardín umbrío, donde se dan la mano historias de santos, ladrones, almas en pena, amores y asuntos mágicos y terroríficos como los titulados Juan Quinto o El miedo.
Y la novela, algunos de cuyos títulos más conocidos fueron las cuatro Sonatas, donde relata las aventuras del marqués de Bradomín en un ambiente refinado y sensual. En el grupo de novelas llamado El ruedo Ibérico trató de pintar la sociedad española desde finales del reinado de Isabel II hasta la llegada al trono de su hijo Alfonso XII, en una especie de crónicas novelescas documentadísimas en la historia y empleando rasgos esperpénticos. Mencionaremos también Tirano Banderas, que para muchos fue la primera novela esperpéntica del autor y donde mezcla sabiamente la temática ambiental, la acción y la crónica narrativa; la figura del tirano Santos Banderas fue precedente de El señor presidente, del guatemalteco Miguel Ángel Asturias.
Dentro del teatro cultivado por Valle-Inclán sobresale la tragicomedia esperpéntica Divinas palabras que, situada en la Galicia rural y mágica llena de feriantes y hechiceros, tiene como eje a Laureaniño el Idiota, un enano hidrocéfalo, que va en un carretón por ferias y romerías y cuya deformidad es explotada por los hermanos de su madre Juana la Reina, una vez fallecida ésta. Y Luces de bohemia, para muchos la mejor obra dramática de Valle-Inclán, explica la teoría del esperpento en boca del poeta ciego Max Estrella que, acompañado de Don Latino, personaje hipócrita y egoísta que le sirve de guía, adquiere altura clásica en medio de una sociedad degradada e innoble.  Leamos este breve fragmento:
“MÁXIMO  ESTRELLA se tiende en el umbral de su puerta. Cruza la costanilla un perro golfo que corre en zigzag. En el centro, encoge la pata y se orina: El ojo legañoso, como un poeta, levantado al azul de la última estrella.
MAX.- Latino, entona la canción.
DON LATINO.- Si continúas con esa broma macabra, te abandono.
MAX.- Yo soy el que se va para siempre.
DON LATINO.- Incorpórate, Max . Vamos a caminar.
MAX.- Estoy muerto.
DON LATINO.-¡Que me estás asustando' MAX.- , vamos a caminar. Incorpórate.¡No tuerzas la boca, condenado!¡MAX.- !¡MAX.- !¡Condenado, responde!
MAX.- Los muertos no hablan.
DON LATINO.- Definitivamente, te dejo.
MAX.-¡Buenas noches!”

 El estilo de Valle-Inclán empieza siendo modernista, musical y hecho para disfrute de los sentidos y acaba empapándose de ironía que lo transforma todo, paisaje, personajes y tema, en caricatura, dando paso así a lo que él denominó la teoría del esperpento, deformación sistemática de la realidad por medio de la mezcla de lo trágico y lo cómico y la búsqueda insistente de los contrastes y las disonancias.

                         ***

                        



Rubén Darío (1867-1916), máximo representante del Modernismo, nació en Metapa (Nicaragua) en el seno de una familia criolla. Estudió con los jesuitas y estuvo empleado en la Biblioteca Nacional. Cosmopolita y viajero, visitó América y Europa. En España introdujo el Modernismo y se relacionó con los escritores del  98. Ejerció el periodismo. Muy enfermo, volvió a su tierra para morir.

Aunque fue un gran prosista (La caravana pasa, Los raros, España Contemporánea…), fue la poesía la que le dio fama y reconocimiento. Su obra poética comienza con Azul, libro en el que hay prosa poética, cuentos, romances, silvas y sonetos alejandrinos como el titulado Caupolicán. Con Prosas profanas alcanza su máxima altura (colorido, musicalidad, alusiones mitológicas, palacios, princesas, cisnes…). La Sonatina es uno de sus poemas más representativos, escrito en sextinas y con rimas agudas y esdrújulas. También es memorable el Responso dedicado a su admirado Verlaine y escrito en alejandrinos y eneasílabos.
En  Cantos de vida y esperanza canta Darío a España y a Hispanoamérica con fe y optimismo. A este libro pertenecen algunos de los poemas más celebrados del autor, como Letanía de Nuestro Señor don Quijote, La marcha triunfal o La canción de otoño en primavera, que a continuación se copia:
 “Juventud, divino tesoro,
 ¡ya te vas para no volver!
 Cuando quiero llorar, no lloro...
 y a veces lloro sin querer...
Plural ha sido la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud, divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás! En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud, divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...

¡Mas es mía el Alba de oro!

***
Entre los poetas españoles adscritos al Modernismo, destacan entre otros Salvador Rueda y Manuel Machado. Salvador Rueda, malagueño (1857 -1933),  se adelantó a Rubén Darío como modernista y fue coronado en Cuba después de triunfar en América y Filipinas. De su obra poética recordamos los siguientes poemarios: En tropel, Cantos de la vendimia, Cuadros de Andalucía o Fuentes de salud, al que corresponde el famoso soneto dedicado a La sandía:
“Cual si de pronto se entreabriera el día
despidiendo una intensa llamarada,
por el acero fúlgido rasgada
mostró su carne roja la sandía.

Carmín incandescente parecía
la larga y deslumbrante cuchillada,
como boca encendida y desatada
en frescos borbotones de alegría.

Tajada tras tajada, señalando
las fue el hábil cuchillo separando,
vivas a la ilusión como ningunas.

Las separó la mano de repente,
y de improviso decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.”


 

Manuel Machado (Sevilla, 1874-Madrid, 1947), hermano del autor de Campos de Castilla, marcha con él a Francia para hacer ambos de traductores de una editorial y en París traban amistad con Rubén Darío. A su vuelta a Madrid, Manuel es bibliotecario del Ayuntamiento y académico de la Lengua. Aunque destaca en el teatro que escribió en colaboración con Antonio (Desdichas de la Fortuna o Julianillo Valcárcel, La Lola se va a los puertos o La duquesa de Benamejí), su verdadera vocación es la poesía, cuyo cultivo empieza ya en 1900 con el libro Alma, el mejor sin duda, al que siguen otros de alta calidad como La fiesta nacional, El mal poema, Cante hondo, Ars moriendi o Apolo. He aquí una muestra perteneciente a Alma:


Felipe IV

Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.

Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.

Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.

Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.

***

                         TEXTO COMNTADO
                          Fragmento de Mala hierba, de Pío Baroja.


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“La superioridad del espíritu de Langairiños no le permitían suponer que un hombre que no fuera él valiese más que otro.
Su obra maestra era un artículo titulado “Todos golfos”. Se trataba de una conversación entre un maestro del periodismo –él—y un aprendiz de periodista.
Aquel derroche de sal ática terminaba con este rasgo de humor:
El aprendiz.- Hay que tener principios.
El maestro.- En la mesa.
El aprendiz.- Hay que decir con verdadera crudeza al país.
El maestro.- Se le van a indigestar. Acuérdese usted de los  garbanzos de la casa de huésped.
El Superhombre escribía siempre así, de un modo terrible, shakesperiano.
A consecuencia del desgaste cerebral producido por sus trabajos intelectuales, el Súper se encontraba neurasténico, y para curar su enfermedad tomaba glicerofosfato de cal en las comidas y hacía gimnasia.”

SITUACIÓN
Pío Baroja es el novelista por excelencia de la Generación del 98. Entre sus novelas destaca Mala hierba, perteneciente a la trilogía La lucha por la vida, donde Manuel Alcázar, el protagonista, lucha en un Madrid difícil por salir adelante. En su camino se encuentra a personajes curiosos como el Langairiños del texto.

CONTENIDO
El texto en su concisión, exactitud y brevedad se limita a retratar al periodista Langairiños en dos apartados: en el primero se alude a sus aires de superioridad, ironía, ocurrencia, y con estilo shakesperiano... Conviene citar el título de su obra maestra, Todos golfos, por lo que aporta; en el segundo apartado se habla de su enfermedad y sus causas ( está neurasténico por el desgaste cerebral que implica su trabajo; por ello se ve obligado a medicarse y hacer gimnasia.

ANÁLISIS
El narrador, omnisciente, habla de Langairiños en tercera persona y en pretérito imperfecto (propio de la descripción: no le permitían suponer, era, terminaba, escribía, se encontraba, tomaba...), excepto en el diálogo (perífrasis obligativas en presente). Hay dos lenguajes diferentes: el del retrato de Langairiños (que se hace de dos maneras: por lo que dice de él el narrador omnisciente y por lo que dice de él el maestro de periodismo, que es el propio Langairiños en el texto teatral) y el del diálogo. Nótese la perífrasis del primer párrafo para decir que no había nadie superior a él) o la ironía en sus réplicas al aprendiz; la primera, "en la mesa"( a la afirmación de  "hay que tener principios"); y la segunda, respecto a criticar duramente al país, con la referencia a la indigestión de los garbanzos de la pensión. Que no es otra cosa que una metáfora (crítica dura al país=indigestión alimenticia). Asimismo, conviene destacar la presencia del narrador omnisciente en el juego que hace con los apodos del maestro periodista y su superioridad (Superhombre, Súper). también emplea el narrador el tono de zumba en el último párrafo del texto ("desgaste cerebral producido por sus trabajos intelectuales"). No podían faltar las referencias médicas tan abundantes en la novelística de Baroja (desgaste cerebral, neurasténico, enfermedad, glicerofosfato de cal...)

CONCLUSIÓN
Este texto es un ejemplo de la eficacia de expresión del autor vasco. Con las menos palabras posibles, la exactitud, la claridad y la rapidez que le caracterizan, retrata el modo de ser, de hacer y decir del periodista Langairiños.