domingo, 20 de septiembre de 2015

CASA DE LOS SIETE MUERTOS

Resultado de imagen de VENECIA de jan morris
 
Acabo de leer el excelente libro de Jan Morris, Venecia, y estoy encantado del hermoso mosaico de arte, literatura, historia, costumbres, geografía, curiosidades, leyendas... que muestran sus páginas. Una de las últimas leyendas que incluye en el libro es la que lleva el nombre de la entrada presente.

Existen en los confines de la laguna veneciana varios islotes semiabandonados adonde en la actualidad apenas va nadie y que tienen nombres sugeridores, el más intrigante de los cuales tal vez sea el de Cason dei sette morti (Casa de los siete muertos), llamado así por la historia que ocurrió en la única destartalada casa que había en el islote. Brevemente contada, la historia es como sigue. En cierta ocasión seis pescadores, acompañados de un muchacho que les ayudaba en menesteres domésticos como arreglar la casa o guisarles la comida, escogieron el lugar como centro de operaciones. Y una noche regresaron al islote llevando tendido en la popa de su barca a un hombre ahogado que habían encontrado flotando en las aguas oscuras de la laguna. El muchacho, que salió a recibirles, descubrió el bulto humano de la popa y les preguntó si preparaba un plato más para él. Los pescadores, que eran muy amigos de las bromas macabras, le siguieron la corriente y, mientras entraban en la casa para descansar de todo el día, le respondieron afirmativamente, y uno de ellos, tomando la voz de los demás, añadió: “Pero ve a la barca y despiértalo a patadas, aunque sea, que está borracho como una cuba y duerme pesadamente.” Así lo hizo el chico, y lo debió de hacer con verdadera decisión porque, al cabo de un rato, entró en la casa diciendo: “Me ha costado muchos golpes despertarlo, pero finalmente ha abierto los ojos y me ha dicho que ahora entra a cenar con nosotros.” Al oírlo, los seis pescadores se miraron unos a otros sin comprender lo que estaba pasando fuera, pero cuando al cabo de unos segundos escucharon unos pasos que se acercaban a la puerta y enseguida vieron aparecer en el umbral al muerto que habían recogido ahogado en la laguna, pálido y con el vientre hinchado asomando por un roto de la ropa que lo mal cubría, mirándoles con los ojos en blanco y tendiendo las manos hacia ellos, se quedaron sin sangre en el cuerpo. Lo que sucedió a continuación sólo lo sabe el muchacho, que fue el único que salió con vida del islote, remando con todas sus fuerzas y sin mirar a la Casa de los siete muertos.