lunes, 7 de diciembre de 2015

CURSOS. LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX (5)



LA LITERATURA ESPAÑOLA A PARTIR DE LOS 60
En torno a 1960 la literatura realista social empieza a recibir críticas por su pobre lenguaje y su reducida temática y, a cambio, aparecen en todos los géneros una renovación de temas y técnicas debido no sólo al desgaste de la tendencia anterior, sino también al propio desarrollo y modernidad de la sociedad.
La poesía
En la década de los sesenta existía un grupo de poetas que había partido de la poesía social y, tras superarla, se interesó principalmente por el hombre sin caer en patetismos gratuitos y creando una poesía de la experiencia personal. Los principales poetas de esta tendencia son: Claudio Rodríguez, Jaime Gil de Biedma, Francisco Brines, José Agustín Goytisolo, Ángel González, J. Ángel Valente, Carlos Sahagún y José Manuel Caballero Bonald. Todos trataron la intimidad con un lenguaje más cuidado e introdujeron la crítica social, la ironía y el simbolismo.
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Claudio Rodríguez (1934-1999), zamorano, se licenció en Filología Románica y fue profesor de español en universidades inglesas; de regreso a España, se dedicó a la docencia universitaria. Miembro de la Real Academia, obtuvo abundantes premios (el Nacional de Poesía o el Príncipe de Asturias, entre otros).
Se dio a conocer como poeta a los dieciocho años con Don de la ebriedad, en el que muestra el entusiasmo de estar vivo y exalta de modo panteísta lo que le rodea. Después publicó otros títulos como Conjuros, donde evoca muchos momentos y sitios de su tierra natal y de Castilla o Alianza y condena, en el que, siguiendo con la temática anterior, acepta el dolor como experiencia propia del hombre Casi una leyenda cierra el ciclo de su vida como poeta y como hombre, con referencias claras a la vejez y a la muerte. El lenguaje que emplea el poeta en sus versos (clásicos y modernos) es cotidiano y sencillo, con abundantes alusiones a las labores campesinas, pero impregnado de una trascendencia poco usual en la poesía contemporánea.

He aquí una muestra de su poesía:
"Siempre la claridad viene del cielo;
es un don: no se halla entre las cosas
sino muy por encima, y las ocupa
haciendo de ello vida y labor propias.
Así amanece el día; así la noche
cierra el gran aposento de sus sombras.
Y esto es un don. ¿Quién hace menos creados
cada vez a los seres? ¿Qué alta bóveda
los contiene en su amor? ¡Si ya nos llega
y es pronto aún, ya llega a la redonda
a la manera de los vuelos tuyos
y se cierne, y se aleja y, aún remota,
nada hay tan claro como sus impulsos!
Oh, claridad sedienta de una forma,
de una materia para deslumbrarla
quemándose a sí misma al cumplir su obra.
Como yo, como todo lo que espera.
Si tú la luz te la has llevado toda,
¿cómo voy a esperar nada del alba?
Y, sin embargo -esto es un don-, mi boca
espera, y mi alma espera, y tú me esperas,
ebria persecución, claridad sola
mortal como el abrazo de las hoces,
pero abrazo hasta el fin que nunca afloja."
(De Don de la ebriedad. Libro Primero)


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Jaime Gil de Biedma (1929-1990), barcelonés, estudió Leyes y fue profesor de Historia del Derecho; viajó a Oxford y entró en contacto con la mejor literatura inglesa del momento. De vuelta a España, residió en Madrid y viajó mucho a Filipinas por motivos de trabajo. Adoptó posturas políticas antifranquistas. Cultivó la poesía de la experiencia (los recuerdos de su vida y el paso del tiempo). Entre sus mejores libros destacan Compañeros de viaje o Poemas póstumos, que expresan, entre otros temas vitales, la amistad y el amor sometidos al desgaste del tiempo con un lenguaje sarcástico y lleno de pesimismo.
Leamos el poema "Amor más poderoso que la vida":
"La misma calidad que el sol de tu país,
saliendo entre las nubes:
alegre y delicado matiz en unas hojas,
fulgor de un cristal, modulación
del apagado brillo de la lluvia.
La misma calidad que tu ciudad,
tu ciudad de cristal innumerable
idéntica y distinta, cambiada por el tiempo:
calles que desconozco y plaza antigua
de pájaros poblada,
la plaza en que una noche nos besamos.
La misma calidad que tu expresión
al cabo de los años,
esta noche al mirarme:
la misma calidad que tu expresión
y la expresión herida de tus labios.
Amor que tiene calidad de vida,
amor sin exigencias de futuro,
presente del pasado,
amor más poderoso que la vida:
perdido y encontrado.
Encontrado, perdido..."

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 Francisco Brines (1932), valenciano, estudió Derecho y Filosofía y Letras.  Profesor de español en la universidad de Cambridge. En 2006 ocupó el sillón X de la RAE de la Lengua que había dejado vacante Buero Vallejo tras ser nombrado miembro de la misma cinco años antes. Entre sus obras destacan Las brasas (Premio Adonais en 1960), Palabras a la oscuridad (Premio de la Crítica en 1966) y El otoño de las rosas (Premio Nacional de Literatura en 1986).
He aquí una muestra de su quehacer poético:
"La vida me rodea, como en aquellos años
ya perdidos, con el mismo esplendor 
de un mundo eterno. La rosa cuchillada
de la mar, las derribadas luces 
de los huertos, fragor de las palomas
en el aire, la vida en torno a mí,
cuando yo aún soy la vida.
Con el mismo esplendor, y envejecidos ojos,
y un amor fatigado. 
¿Cuál será la esperanza? Vivir aún;
y amar, mientras se agota el corazón,
un mundo fiel, aunque perecedero.
Amar el sueño roto de la vida
y, aunque no pudo ser, no maldecir
aquel antiguo engaño de lo eterno.
Y el pecho se consuela, porque sabe
que el mundo pudo ser una bella verdad."
Después del grupo anterior, llamado también la Generación de los 50,  apareció el grupo de los llamados Novísimos, poetas (Pedro Gimferrer, Jesús Munárriz o Guillermo Carnero, entre otros) cuyas muestras recogió el crítico J. Mª Castellet en su Antología de 1970. Coetáneos suyos, aunque sin aparecer en dicha Antología, son otros que tienen tanta calidad lírica como ellos: el Ángel García López de Auto de fe o el Antonio Colinas de Sepulcro en Tarquinia, por ejemplo. Unos y otros tratan de lo personal, lo social y lo cultural empleando un lenguaje refinado y estético (parecido al del Barroco) y dotado de elementos surrealistas.

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Guillermo Carnero (1947), valenciano, licenciado en Económicas y doctor en Filología Hispánica, profesor universitario de Literatura española, especialista en los siglos XVIII y XIX. Entre sus obras poéticas destacan Verano inglés (premios Nacional de Literatura y de la Crítica), Espejo de gran niebla (Premio Fastenrath de la RAE) y Fuente de Médicis (el Internacional de Poesía "Loewe").
He aquí una muestra:
"En el hueco de tus manos
pongo tu nombre
y lo bebo a sorbos,
tus minerales
se licuan con mis sol
y en la memoria
la leyenda de tu cuerpo
se vuelve mariposa,
limpio las soledades
a tus pasos,
entonces te acuno entre mis ojos
entonces te limpias el sudor
y recoges mis mañanas."


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Antonio Colinas (1946), leonés, estudió Historia en la Universidad de Madrid, lector de español en las Universidades de Milán y Bérgamo. Tradujo a los poetas italianos Leopardi y Quasimodo. Algunos de sus mejores libros poéticos son: Sepulcro en Tarquinia (Premio de la Crítica), Truenos y flautas en un templo o Astrolabio.
Leamos el siguiente poema:
"Simonetta,
por tu delicadeza
la tarde se hace lágrima,
funeral oración,
música detenida.
Simonetta Vespucci,
tienes el alma frágil
de virgen o de amante.
Ya Judith despeinada
o Venus húmeda
tienes el alma fina de mimbre
y la asustada inocencia
del soto de olivos.
Simonetta Vespucci,
por tus dos ojos verdes
Sandro Boticelli
te ha sacado del mar,
y por tus trenzas largas
y por tus largos muslos,
Simonetta Vespucci
que has nacido en Florencia."
Actualmente, existen poetas que siguen las corrientes mencionadas, cuando no, caminos vanguardistas y de experimentación, e incluso líneas personales con empleo de  formas tradicionales y clásicas. La lista sería muy extensa. Luis García Montero, Esteban Conde, Blanca Andreu, Jaime Siles, Julia Castillo... son algunos nombres.
La novela
A partir de 1960, el llamado realismo social experimenta un cansancio paulatino y cede sitio a una novela con transformaciones técnicas muy importantes. Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, marca el punto de partida de una nueva corriente, el realismo crítico que, sin embargo, no rompe con la social. El lenguaje escogido ordena la realidad y explica la España actual a través de su historia pasada o inmediata, angustiosas experiencias en un mundo futuro, lugares míticos, etcétera. Las técnicas narrativas se renuevan (monólogos interiores, rupturas temporales, tratamiento irónico de las situaciones, experimentos con los signos de puntuación, etcétera). Juan Goytisolo o Juan Marsé  pertenecen a esta misma corriente, así como novelistas anteriores como Miguel Delibes, Camilo José Cela o Carmen Martín Gaite.
Paralela a esta narrativa se halla la llamada metafísica o intelectual, cuyos caracteres principales son: mentalidad universitaria, tratamiento culto de temas y lenguaje o síntesis de subjetivismo y objetivismo. Entre sus cultivadores destacan A. Prieto  o Carlos Rojas de novelistas mayores como Torrente Ballester o Álvaro Cunqueiro.
En la época de la democracia y con la desaparición de la censura, no sólo se recupera la narrativa de los exiliados (Max Aub, Ayala o Andújar), sino que siguen publicando los novelistas anteriores y se incorporan nombres nuevos como F. Umbral, Eduardo Mendoza o Vázquez Montalbán.
Últimamente, al lado de la experimentación narrativa, la mayoría de los novelistas cultivan formas tradicionales, se inclinan por el intimismo y experimentan el gusto por narrar historias. Entre ellos sobresalen Javier Marías, Antonio Muñoz Molina o Luis Mateo Díez.

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Álvaro Cunqueiro (1911-1981), gallego, estudió en la Universidad de Santiago; conferenciante; viajó por Europa y América; fue director del diario El Faro de Vigo y perteneció a la Real Academia Gallega. Entre sus novelas destacan,  especialmente, Cuando el viejo Simbad vuelva a las islas o Un hombre que se parecía a Orestes. En esta última (premio Nadal), que explica la expectación que se crea en la ciudad de Argos ante la llegada de Orestes para vengar la muerte de su padre; aunque transcurren tantos años que, cuando se presenta el hijo, la venganza es inútil. Con una prodigiosa imaginación y empleando un lenguaje clásico, exacto y bello, Cunqueiro recrea a su modo el mito clásico, intemporalizando la acción y los personajes.
 Leamos una muestra de su sugerente prosa:
"Las seis labores que Leonor labraba dormían olvidadas en sus bastidores. Rodeaban la silla de Leonor haciendo rueda. Leonor estaba en los altos ventanales contemplando el mar. Desde la Punta de las Sirenas hasta el Faro de Alejandría había tres largas leguas de mar desnudo. Leonor, que lleva su dorada cabellera derramada por la espalda, intenta descubrir sobre la comba la punta velera del Temeroso, correo que de Troya a Jauja visita los puertos de la Tierra Menor.
 "El padre de Leonor era el torrero del Faro de Alejandría. Desempeñaba el cargo desde la caída del Reino. Los idólatras fueron expulsados y el faro, santuario y oráculo, fue reducido a su oficio y entregado a los mercaderes. Las grandes planchas de oro que cubrían sus muros fueron batidas en moneda. El Usurpador compró, con las redondas onzas, los gritos del Circo y los laureles debidos a los que regresaban vencedores de las guerras perpetuas con la Ciudad Muerta, la de las murallas adornadas con esqueletos, reina triste y silenciosa de cien leguas cuadradas de desierto salino."


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Eduardo Mendoza nació en Barcelona. Desde 1973 a 1982 residió en Nueva York, donde trabajó de funcionario en las Naciones Unidas. A partir de entonces ejerció de traductor de conferencias internacionales en otras partes del mundo, como Ginebra, Viena o Estambul. Obtuvo el Premio de la Crítica con La verdad sobre el caso Savolta, novela con la que se dio a conocer y en la que retrata la Barcelona de 1917 a 1919 con diversidad de técnicas narrativas y lenguajes propios de las novelas policiaca y rosa, y asimismo del folletín... Escribió novelas policiacas en clave de parodia y humor, como El misterio de la cripta embrujada, cuyo detective encargado de resolver el caso es un interno de un psiquiátrico. Y últimamente, retomando las técnicas y los temas serios e históricos de su primera novela, ha dado a conocer  La ciudad de los prodigios, en la que, siguiendo la aventura vital de su protagonista Onofre Bouvila, presenta la vida de Barcelona entre 1886 y 1929 en un homenaje de entrañable ternura a la ciudad y sus habitantes. Imaginación y verdad, humor y reflexión van de la mano para crear una emocionante crónica de la Barcelona a caballo de los siglos XIX y XX.
Leamos un fragmento de La verdad sobre el caso Savolta:
"Lepprince era listo y, sobre todo, hábil: pronto se granjeó la confianza de Savolta, cuya salud se deterioraba a pasos agigantados. Es posible incluso que el magnate, inconscientemente, se dejara impresionar por la elegancia, maneras y apostura del francés, en quien veía, quizá, un sucesor idóneo de su imperio comercial y de su estirpe, pues, como es sabido, Savolta sólo tenía una hija y en edad de merecer. Así fue cómo Lepprince se convirtió en el valido de Savolta y obtuvo sobre los asuntos de la empresa un poder ilimitado. De haberse conformado con seguir la corriente de los acontecimientos, Lepprince se habría casado con la hija de Savolta y en su momento habría heredado la empresa de su suegro. Pero Lepprince no podía esperar: su ambición era desmedida y el tiempo, su enemigo; tenía que actuar rápidamente si no quería que por azar se descubriera la superchería de su falsa personalidad y se truncara su carrera. La guerra europea le proporcionó la oportunidad que buscaba. Se puso en contacto con un espía alemán, llamado Víctor Pratz, y concertó con los Imperios Centrales un envío regular de armas que aquéllos le pagarían directamente a él, a Lepprince, a través de Pratz. Ni Savolta ni ningún otro miembro de la empresa debían enterarse del negocio, las armas saldrían clandestinamente de los almacenes y los envíos se harían a través de una ruta fija y una cadena de contrabandistas previamente apalabrados. La posición privilegiada de Lepprince dentro de la empresa le permitía llevar a cabo las sustracciones con un mínimo de riesgo. Seguramente Lepprince confiaba en amasar una pequeña fortuna para el caso de que su verdadera personalidad y calaña se vieran descubiertas y sus planes a más largo plazo dieran en tierra."
      
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Antonio Muñoz Molina (1956), nació en Úbeda, Jaén. Estudió Historia del Arte en Granada y Periodismo en Madrid. Es académico de la Lengua y ha obtenido hasta la fecha por su obra novelística, entre otros, los premios Nacional de Narrativa por El invierno en Lisboa o el Planeta por El jinete polaco; Beatus Ille, Beltenebros o Plenilunio son otros tantos títulos de novelas.
 He aquí un fragmento de El invierno en Lisboa:
 "Habían pasado casi dos años desde la última vez que vi a Santiago Biralbo, pero cuando volví a encontrarme con él, a medianoche, en la barra del Metropolitano, hubo en nuestro mutuo saludo la misma falta de énfasis que si hubiéramos estado bebiendo juntos la noche anterior, no en Madrid, sino en San Sebastián, en el bar de Floro Bloom, donde él había estado tocando durante una larga temporada.
"Ahora tocaba en el Metropolitano, junto a un bajista negro y un batería francés muy nervioso y muy joven que parecía nórdico y al que llamaban Buby. El grupo se llamaba Giacomo Dolphin Trio; entonces yo ignoraba que Biralbo se había cambiado de nombre, y que Giacomo Dolphin no era un seudónimo sonoro para su oficio de pianista, sino el nombre que ahora había en su pasaporte."

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Carmen Martín Gaite (1925-2000), salmantina, estudió Filosofía y Letras en la Universidad de su ciudad natal, colaboró con Revista Española y contrajo matrimonio de Rafael Sánchez Ferlosio, al que conoció en Madrid. Con su novela corta El balneario obtuvo el Premio Café Gijón y con Entre visillos el Nadal de 1958. Otras novelas importantes son Ritmo lento, Retahílas o El cuarto de atrás.

Leamos un fragmento de la última novela mencionada:
"Oigo el ruido del auricular al posarse sobre un mueble, y el silencio en torno se hace, de pronto, angustioso, cuando me acuerdo de que el hombre de negro está realmente ahí fuera, a pocos pasos, vamos, supongo que seguirá ahí. Lucho entre el deseo de asomarme a comprobarlo y el miedo a cambiar de postura; se puede haber convertido en cualquier animal espantoso, en un dragón, en el hombre lobo, puede, incluso haberse esfumado. Me quedo paralizada, con la vista clavada en la cortina roja; lo más horrible sería que apareciera ahí de repente mirándome con ojos de Barba Azul, pero no, qué absurdo, preguntaría antes: "¿Se puede?", no hace mucho me dijo que nunca ha entrado en el dormitorio de una mujer sin su consentimiento; aunque también es cierto que la imagen que me está dibujando de él esta chica de Puerto Real poco tiene que ver con aquella persona distante y educada, con la que estuve hablando del escondite inglés; lo más excitante son las versiones contradictorias, constituyen la base de la literatura, no somos un solo ser, sino muchos, de la misma manera que tampoco la historia es esa que se escribe poniendo en orden las fechas y se nos presenta como inamovible, cada persona que nos ha visto o hablado alguna vez guarda una pieza del rompecabezas que nunca podremos contemplar entero."

                                                           
 
El teatro
A partir de los años sesenta se siguen cultivando el teatro humorístico, la comedia burguesa, el teatro de testimonio y protesta. Otros, como el independiente, el universitario o el de cámara y ensayo siguen el camino de grupos que surgieron en Norteamérica y representaban sus creaciones en la calle o en las Universidades, cuyo propósito era protestar contra la sociedad y la cultura del poder. Entre sus características destacan la independencia económica, el rechazo de la comercialización, la distinción entre teatro espectáculo y teatro texto o el lenguaje del teatro popular, y suelen representarse en colegios mayores, aulas universitarias, naves industriales, casas regionales o ateneos. A este tipo de teatro pertenecen grupos como Los Goliardos, El T.E.I., El Teatro Estudio Lebrijano o los catalanes Els Joglars o La fura dels baus...
Continuadores del teatro de testimonio social abierto por Buero Vallejo y Alfonso Sastre, a partir de 1960 se dan a conocer una serie de obras y autores, entre los que destacan Lauro Olmo (La camisa), Carlos Muñiz (El tintero) o José Martín Recuerda (Las salvajes en Puente San Gil) y cuyos temas, entre otros, son: la explotación del trabajador, la emigración de los obreros o los poderes anquilosados en el pasado.
Otras tendencias fueron abiertas por dramaturgos como Antonio Gala o Fernando Arrabal, el cual con obras como Los hombres del triciclo creó un teatro especial y perseguido por la censura; Gala, hecho al comercio teatral español, con no pocas concesiones en su creación, y Arrabal, obligado por las circunstancias a vivir fuera del país. En los últimos años se han incorporado nuevos valores dramáticos como J. Sanchís Sinisterra, con ¡Ay, Carmela! (la vida del teatro en los frentes de la Guerra Civil), José Luis Alonso de Santos, autor de Bajarse al moro (que trata el tema siempre conflictivo de las drogas), Francisco Nieva o Fernando Fernán Gómez.
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José Martín Recuerda (1926-2007) granadino, se licenció en Filosofía y Letras por la universidad de su ciudad natal. Profesor de Enseñanza Media, enseñó en Granada y luego en Madrid. Estrenó su primera obra, La llanura, en 1954. Luego siguieron otras como El teatrito de don Ramón (premio Lope de Vega), Las salvajes en Puente San Gil, El engañao (también premio Lope de Vega), Las arrecogías del beaterio de Santa María Egipciaca o ¿Quién quiere una copla del Arcipreste de Hita?, entre otras.
 Leamos un fragmento de la última obra mencionada:
 "(Plaza de Guadalajara. El ARCIPRESTE, disfrazado de joven, habla con la vieja TROTACONVENTOS.)
 TROTACONVENTOS.- ¿Mi señor, vestido así?
 EL ARCIPRESTE.- Mi buena madre: no me hables siquiera, que llevo penando desde que vine de aquellas tierras toledanas.
TROTACONVENTOS.- Carne tenemos en ella.
 EL ARCIPRESTE.- Amor como flecha envenenadora. Días y días llevo penando y enflaqueciendo. ¡Ay, que mis miembros tiemblan de tanto padecer! ¿Qué la tal mujer me tiene embeleñado!
 TROTACONVENTOS.- Y bien claras son las ojeras de mi señor. Que se está quedando como pollo invernizo después de San Miguel.
 EL ARCIPRESTE.- Ni como ni bebo, sólo caldos y berzas, y algún huevo de gallina. La que yo quiero es donosa, graciosa, lozana, viuda, rica, joven.
 TROTACONVENTOS.- Ha dicho poco, mi señor.
 EL ARCIPRESTE.- Mira para aquella iglesia.
 TROTACONVENTOS.- Miro, mi señor.
 EL ARCIPRESTE.- De allá saldrá, que ni sus tocas negras y velos me hacen verla de viuda, sino de paloma torcaz blanquísima, como las que vuelan por entre los juncos del río."



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Fernando Fernán Gómez (1921-2007)  nació en Lima, Perú, cuando su familia, dedicada al teatro, iba de gira por América; se educó en el barrio de Chamberí de Madrid y su vocación artística se dividió entre la interpretación y la literatura; como actor logró un éxito clamoroso en Los ladrones somos gente honrada, obra de teatro de Jardiel Poncela, y en muchas películas. Obtuvo el premio Lope de Vega con Las bicicletas son para el verano, que, ambientada durante la Guerra Civil, trata el tema de la confianza de que no todo está perdido. Aparecen en la obra resonancias autobiográficas del autor, recuerdos de su infancia, del sitio de Madrid  y de la vida cotidiana de su barrio de Chamberí.
He aquí un fragmento de Las bicicletas son para el verano:
"CHARITO.- ¿Lo has escrito tú?
LUIS.- Claro. Es una poesía. La he escrito para ti. Para que te la lleves al veraneo. Y si quieres, la lees de vez en cuando.
CHARITO.- Bueno.
LUIS.- Léela ahora.
(CHARITO va leyendo el papel con la mirada.)
LUIS.- No, pero en voz alta.
CHARITO.-  (Empieza a leer lentamente.) "Quiero estar siempre..." ¿Aquí qué dice?
LUIS.- A tu lado.
CHARITO.- No entiendo bien la letra. ¿Por qué no la lees tú la primera vez?
LUIS.- Trae. (Coge el papel y empieza a leer, aunque, en realidad, se la sabe casi de memoria.) "Quiero estar siempre a tu lado, / quiero a tu lado estar siempre, / aunque se pasen las horas, / aunque se vayan los trenes, / aunque se acaben los días, / y aunque se mueran los meses. / Quiero estar frente a tus ojos, / quiero a tu lado estar siempre. / Quiero estar frente a tus labios, / quiero estar frente a tus dientes. / La mariposa se va, / la mariposa no vuelve. / Sé como la golondrina / para que siempre regreses, / que los caminos del cielo / los encuentra y no los pierde." (Deja de leer.) Ya está.
CHARITO.- Es muy bonita. Qué bien escribes. Eres el que mejor escribe de quinto.
LUIS.- ¿Te gusta de verdad?
CHARITO.- Sí, de verdad. Y me gusta mucho que la hayas escrito para mí."
 
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Antonio Gala (1930) nació en Córdoba en el seno de una familia acomodada.; se licenció en varias carreras (Derecho, Filosofía y Letras...) y ejerció la docencia Fue Premio Adonais de poesía y Planeta de novela, pero triunfó especialmente en el teatro, género con el consiguió, entre otros, los premios Calderón de la Barca y el Nacional de Literatura. Actualmente, alterna la dramaturgia con el periodismo y la conferencia.
Entre sus obras teatrales destacan Los buenos días perdidos, muy cercana al teatro del absurdo y en la que trata la angustia existencial y la incomunicación del ser humano, condenado irremisiblemente a la muerte; o Los verdes campos del Edén, que es el drama de la marginación y la protesta. No falta tampoco en su obra alguna comedia evangélica, como Las palabras en la arena. La preferencia por los seres que sufren algún tipo de frustración, la poca acción dramática, los diálogos agudos e ingeniosos y el lenguaje de léxico rico y cuidado son algunos de los rasgos de su teatro.
He aquí un fragmento de Los buenos días perdidos:
"HORTENSIA.- (Más humana.) Yo he vivido tiempos en que me trajo al fresco la felicidad. Lo mío era vivir. Y mirarme...
CONSUELITO.- No me gusta nuestra vida, igual día por día. En Orleans íbamos a ser otros.
CLEOFÁS.- Nosotros somos éstos. Nos decían: "Y la princesa se casó con el príncipe." No hay princesas. No hay príncipes. Todo tiene su precio, y hay que saber pagarlo.
CONSUELITO.- (Que ha partido una ráfaga.) No nos gustaban estas manos de queso, que todo lo rompían. Me engañaron...
CLEOFÁS.- La vida no nos engaña nunca: está ahí. Nos engañan los sueños, Consuelito. Procul recedant somnium.
HORTENSIA.-Por mucho latín que sepas a ti lo que te pasa es que eres de izquierdas.
CLEOFÁS.- A mí lo que me pasa es lo que a todo el mundo: que no quiero quedarme solo.
HORTENSIA.- Déjame de sandeces. Yo sólo sé que tengo un pie en la tumba fría y se han reído de mí. Se han estado riendo de mí. Maldita carta; si no fuese por ella, no me habría enterado por lo menos. (Va a romper la carta que CLEOFÁS dejó sobre la mesa.) ¡Esta es tu letra! ¡La has escrito tú! este papel no es del obispado. Ya me extrañaba a mí toda esta murga de Orleans... ¿Qué has hecho, imbécil?
CLEOFÁS.- Es igual, mamá. Iba a irse. Lo único que he hecho es abrirle la puerta para que no tuviera que huir por la ventana. Los arribistas siempre son así: pescan en río revuelto. Si cambia la corriente se mudan de chaqueta. Su oficio es aprovecharse del miedo de los otros, de su debilidad."             


TEXTO COMENTADO de un poema de Sepulcro en Tarquinia, de A. Colinas

"Escuchadme, Señor, tengo los miembros tristes.
Con la Revolución Francesa van muriendo
mis escasos amigos. Miradme, he recorrido
los países del mundo, las cárceles del mundo,
los lechos, los jardines, los mares, los conventos,    5
y he visto que no aceptan mi buena voluntad.
Fui abad entre los muros de Roma y era hermoso
ser soldado en las noches ardientes de Corfú.
A veces he sonado un poco el violín
y vos sabéis, Señor, cómo trema Venecia                 10         
con la música y arden las islas y las cúpulas.
Escuchadme, Señor, de Madrid a Moscú
he viajado en vano, me persiguen los lobos
del Santo Oficio, llevo un huracán de lenguas
detrás de mí, de lenguas venenosas.                          15
Y yo sólo deseo salvar mi claridad,
sonreír a la luz de cada nuevo día,
mostrar mi firme horror a todo lo que muere.
Señor, aquí me quedo en vuestra biblioteca,
traduzco a Homero, escribo de mis días de entonces, 20
sueño con los serrallos azules de Estambul."

SITUACIÓN
Antonio Colinas (La Bañeza, León,1946) es un poeta perteneciente a las últimas generaciones de la lírica española. Sepulcro en Tarquinia, libro a que pertenece el poema, posee un  lenguaje brillante que busca la belleza clásica y modernista y no desdeña las referencias culturalistas aunque vayan acompañadas de elementos sentimentales e intimistas.
CONTENIDO
Giacomo Casanovas se dirige al Conde de Waldstein para aceptar el cargo de bibliotecario que le había ofrecido en Bohemia. De paso le cuenta los avatares de su vida, los viajes que ha tenido que realizar, unos por placer y otros obligado por su proceder y las actividades religiosas, militares que ha llevado a cabo. Ahora sólo desea la tranquilidad, que espera encontrar en la biblioteca traduciendo a Homero, escribiendo sus memorias o soñando con placeres pasados.
ANÁLISIS
La estructura externa está formada por 21 versos alejandrinos libres, sin rima (algunos, como el 9 hay que leerlo así: "a veces el sonado / un poco el vïolín (con cesura entre "sonado" y "un" y diéresis en vï-o-lin; o como el 14, cesura entre "llevo" y "huracán").El yo del poeta se dirige a un tú mayestático presente en el texto por el vocativo "Señor" (hasta cuatro veces), las formas verbales en imperativo (segunda persona del plural, como conviene el trato: escuchadme, miradme permitidme...) y otras formas pronominales, verbales y determinantes  ( vos, sabéis, vuestra biblioteca...). El resto habla de sí mismo en primera persona, unas veces en presente actual (tengo, llevo, deseo, me quedo, traduzco, escribo, sueño..), otras, en pretérito perfecto compuesto de acciones pasadas en un tiempo reciente (he recorrido, he visto, he sonado, he viajado...)y alguna en pretérito perfecto simple de acciones acabadas en el tiempo (fui), y todas para narrar la vida que ha llevado hasta el momento presente en que se halla en la biblioteca del receptor de las palabras. Además de ser, pues, un poema básicamente narrativo, posee recursos estilísticos de gran belleza, junto con referencias culturalistas, tan propias de este tipo de poesía tan cercano a la de los Novísimos: Revolución Francesa, Venecia, Madrid, Moscú, el Santo Oficio, Homero, serrallos de Estambul... Entre los recursos expresivos más importantes destacan los siguientes: asíndetos, polisíndetos, personificaciones (cómo trema Venecia), metáforas (salvar mi claridad)...
CONCLUSIÓN
Se trata, pues de un poema de brillante lenguaje, con múltiples referencias culturalistas y versos alejandrinos, propios de la poesía última, en la que destaca no tanto la intimidad del poeta como las impresiones lujosas y exóticas recibidas de sus múltiples viajes y lecturas.