1. La comunicación literaria
La comunicación común se diferencia de la literaria en que el emisor y el receptor deben estar inmersos en la misma situación y en el mismo tiempo. También el mundo de las ideas, costumbres, etc, al que se refiere el emisor en su mensaje, debe ser el del receptor. En cuanto al código, si el emisor quiere que el receptor entienda el mensaje referencial que le envía, deberá emplear un lenguaje literal, denotativo, frente al figurado, connotativo, propio de la comunicación literaria.
Comparemos estos dos modos de comunicación:
1.“Tú y yo no acabaremos bien porque nuestros caracteres son incompatibles.”
2.“Tú eras el huracán y yo la alta
torre que desafía su poder.
¡Tenías que estrellarte o que abatirme!…
¡No pudo ser!”
El primero es una comunicación común, el segundo es una comunicación literaria, propia de la poesía (pertenece a una Rima de Bécquer). Los poemas, los cuentos, las obras de teatro, etc., pertenecen al grupo especial de comunicación llamada Literatura. Veamos cuáles son sus principales características:
La primera está relacionada con el emisor o autor de la obra y el receptor, lector o espectador de teatro: el emisor y el receptor pueden ser contemporáneos pero ignorarse mutuamente o pertenecer a épocas diferentes. Una vez publicada la obra, el emisor o escritor no puede modificarla.
La segunda tiene que ver con el mundo que refleja la obra literaria (conjunto de ideas, visión de la realidad, costumbres de la época…) : ese mundo puede no ser el del receptor, pero éste lo acepta como algo convencional (caso de la Novela picaresca, que refleja un mundo perteneciente a los Siglos de Oro de nuestra literatura).
La tercera característica se refiere al uso de la lengua literaria, la cual es una derivación de la lengua común pues, aunque emplea sus palabras, las relaciones que establece entre ellas se desvían del uso cotidiano y lo llena de connotaciones (otros significados secundarios y subjetivos de las palabras), dando lugar al llamado lenguaje figurado.
La función poética
La función poética es la propia del código literario, y se da cuando el escritor emplea el lenguaje para llamar la atención del lector sobre la forma del mensaje (estilo elaborado, belleza…) presente en la obra literaria. Observa los dos ejemplos siguientes:
1.“El arpa se encontraba cubierta de polvo en el ángulo oscuro del salón.”
2.“Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa.”
G. A. Bécquer
En el primer ejemplo no actúa la función poética, sólo la referencial o representativa. En el segundo, sí: entre otros rasgos poéticos, emplea una métrica (versos, estrofa) determinada, alteración del orden de las palabras (hipérbaton), rima (asonante en los versos pares), ritmo propio de la poesía (acento en la tercera, sexta y novena sílaba de los tres primeros versos; y en la segunda y quinta del cuarto verso), personificación (se atribuye al arpa una cualidad humana, la de estar silenciosa), adjetivación abundante (oscuro, olvidada, silenciosa, cubierta), etc.
Pero donde mejor se nota sin duda la función poética del texto es en la utilización de las llamadas figuras retóricas o recursos expresivos en él. Veamos algunos de los más frecuentes.
Antítesis: consiste en enfrentar pensamientos opuestos para resaltar la idea central; se emplean generalmente los antónimos. “Ayer era rey de España / y hoy no soy de una villa.”
Perífrasis: se da cuando el autor expresa con varias palabras lo que se puede decir con una sola o muy pocas. “Oh sagrado mar de España, / famosa playa serena…” (en vez del Mar Mediterráneo).
Hipérbole: recurso que desfigura conscientemente la realidad aumentando o disminuyendo sus rasgos fundamentales. “Érase un hombre a una nariz pegado.”
Asíndeton: suprime intencionadamente los nexos que unen palabras, sobre todo, formas verbales, u oraciones para conseguir viveza y dinamismo. “Acude, corre, vuela, / traspasa la alta sierra, ocupa el llano, no perdones la espuela.”
Polisíndeton: figura contraria, acumula nexos, sobre todo, la conjunción y, entre palabras u oraciones para destacar unas y otras. “Y el santo de Israel abrió su mano, / y las dejó y cayó en despeñadero / el carro y el caballo y caballero.”
Calambur: juego de palabras que consiste en unir las sílabas de dos palabras diferentes para crear otra, o bien separar las sílabas de un vocablo para lograr uno nuevo. “Entre el clavel y la rosa, / su majestad escoja.”
Personificación: atribuye cualidades y acciones de seres animados o corpóreos a seres inanimados o abstractos. “La tierra se estremece alborozada.”
Anáfora: se da cuando una palabra se repite al principio de dos o más versos u oraciones. “Temprano levantó la muerte el vuelo / temprano madrugó la madrugada, / temprano estás rodando por el suelo.”
Retruécano: se forma cuando una frase está compuesta por las mismas palabras que la anterior, pero en orden inverso. “¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? / ¿Nunca se ha de decir lo que se siente?”
Elipsis: se omite algún elemento de la oración porque se sobreentiende. “Por una mirada, un mundo; / por una sonrisa, un cielo; por un beso…¡yo no sé / qué te diera por un beso!” (Se suprime el verbo dar en los tres primeros versos.)
Aliteración: consiste en repetir unos mismos sonidos en varias palabras próximas para imitar fenómenos naturales. “En el silencio sólo se escuchaba / un susurro de abejas que sonaba.”
Paronomasia: tiene lugar cuando aparecen cercanas dos palabras muy semejantes en los sonidos, pero con significación diferente. “La verdad padece, pero no perece.”
Hipérbaton: ocurre cuando se altera el orden normal de los elementos de una oración. “Cerca del Tajo, en soledad amena, / de verdes sauces hay una espesura.” (Hay una espesura de sauces verde cerca del Tajo en soledad amena).
Símil o comparación: se compara un hecho o ser real con otro que tiene parecidas cualidades por lo general mayores. “Brillaban / como aceros los ojos victoriosos.”
Metáfora: se da cuando el ser real se identifica con el imaginario en virtud de cierta semejanza que hay entre ellos. “Por donde traza el Duero / su curva de ballesta. “ Existen matáforas de muchos tipos.
Epíteto: es un adjetivo de adorno e innecesario que embellece la expresión. “Y las doradas abejas / iban fabricando en él / con las amarguras viejas / blanca cera y dulce miel.” (doradas, blanca, dulce)
Paralelismo: consiste en repetir dos más versos u oraciones seguidos variando el final. “El Dios que todos llevamos, / el Dios que todos hacemos, / el Dios que todos buscamos.”
Ironía: consiste en expresar una idea con palabras que significan lo contrario. “Comieron una comida eterna sin principio ni fin.”
Alegoría: tiene lugar cuando se encadenan varias metáforas formando una unidad de significado. “Pobre barquilla mía / entre peñascos rota/ sin velas, desvelada / y entre las olas sola.” (barquilla: alma; peñascos: problemas; olas: adversidades; sin velas: extraviada).
Metonimia: consiste en nombrar un objeto con el nombre de otro cuando entre ambos existe una relación de contigüidad, de causa y efecto, del lugar por el objeto que de él procede, de la parte por el todo, etc. “En el estadio no cabía un alma más.” “Camarero, sírvame un jerez, por favor.”
Actividades
a) Explica la diferencia de los elementos de la comunicación presentes en estos dos tipos de mensaje: el de una noticia emitida por la radio y el del ejemplo que te propongo de paralelismo en la lección.
b) Inventa un ejemplo de comunicación común y luego transfórmalo en comunicación literaria. Di qué características de las apuntadas en la lección se dan en los dos tipos de comunicación propuestos por ti.
c) Clasifica los recursos expresivos de la unidad según los grupos del cuadro de las figuras retóricas.
d) Localiza metáforas, epítetos, comparaciones y elipsis en los ejemplos siguientes y explica la respuesta:
“En la agostada senda
he visto al buen lagarto (gota de cocodrilo) meditando.”
F. G. Lorca
“¡Perla del mar!,
¡estrella de Occidente!
¡Hermosa Cuba!,
tu brillante cielo
la noche cubre con opaco velo,
como cubre el dolor mi triste frente.”
G. Gómez de Avellaneda
“Cercenado tiene el brazo,
mas entero el corazón.
La mesa tiene delante,
los jueces en derredor,
los corchetes a la puerta
y en la derecha el bastón.”
José Zorrilla
“La niña, rosa, sentada.
Sobre su falda,
como una flor,
abierto, un atlas.
Su dedo, blanco velero,
desde las Islas Canarias
iba a morir al Mar Negro.”
Rafael Alberti
e) Identifica las figuras literarias de los siguientes textos:
“Tu hermana es clara y débil
como los juncos lánguidos,
como los sauces tristes,
como los lirios glaucos.”
Antonio Machado
“Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto
que con la primavera
de bella flor cubierto
ya muestra en esperanza el fruto cierto.”
Fray Luis de León
f) Explica la anáfora, la antítesis, la personificación y la perífrasis que hay en los siguientes textos:
“Las blancas hijas de las conchas bellas.”
“Tan airoso, tan ligero, tan gallardo era su porte.”
“Goza tu juventud y tu hermosura, oh sol.”
“Cuando quiero llorar, no lloro
y, a veces, lloro sin querer.”
g) Haz lo mismo con la asíndeton, la elipsis, la metáfora los siguientes:
“Y ella sola es el rumor, y la armonía, y el estruendo, y la luz,y la elocuencia, y la poesía, y el arte, y la hermosura.”
“Llegué, vi, vencí.”
“Esquilas dulces de sonoras plumas.”
“Lo bueno, si breve, dos veces bueno.”
2. Los géneros literarios
Los géneros literarios son los grupos en que se pueden clasificar las obras literarias atendiendo a unas características comunes (temática, métrica, etc.). La distinción entre géneros se observa ya en la República de Platón y en la Poética de Aristóteles; uno y otro hablan de tres maneras de ficciones poéticas semejantes a la narración, la poesía y el teatro, que para el segundo se originan en el modo de ser innato de la persona.
Así pues, estos son los tres grandes géneros literarios que el paso del tiempo ha ido consolidando:
El épico o narrativo, cuya difusión comenzó haciéndose a través de la relación oral. Pertenecen a él subgéneros en verso, como la epopeya, el poema épico o el romance, entre otros, aunque este último puede contener elementos líricos también. Y subgéneros en prosa, entre los cuales destacan la novela, el cuento, la biografía o la leyenda (que también puede aparecer en verso). Al género épico pertenecen las obras que narran hechos ficticios ajenos al autor. En la narrativa la función dominante es la referencial pues el narrador aparece como testigo de unos hechos protagonizados por los personajes que él mismo ha inventado.
“La abuela escudriñaba el mar con sus gemelos de teatro, que desempañaba con una punta de su pañuelo, y nada, nada. Un par de veces, muy altos, pasaron aviones enemigos. Sin embargo, algo había, como un gran mal, debajo de la tierra, de las piedras, de los tejados, de los cráneos. Cuando en el pueblo caía la hora de la siesta, o al resguardo de cualquier otra quietud, en esos momentos como de espera, resonaban en las callejuelas las pisadas de los hermanos Taronjí. Los Taronjí, con sus botas altas, sus guerreras a medio abotonar, rubios y pálidos, con sus redondos ojos azules, de bebés monstruosos y sus grandes narices judías.”
Ana María Matute
El lírico, que empezó difundiéndose por medio del canto. Subgéneros suyos son, entre otros, la canción, la oda, la elegía, la égloga, el madrigal o la letrilla. El género lírico engloba todas aquellas producciones literarias en las que su autor nos confiesa sentimientos íntimos. De ahí que la función propia de este género sea la expresiva.
“Acabo de volver
y traigo el pecho
cuajado de latidos
de cirios y de azudas
de mi sonante Duero,
del río besador de aceñas y murallas,
del agua que alimenta mis raíces.
Y compruebo que sigo siendo algo
del niño que ayer fui
cuando subía
aquellas cuestas hechas a las andas
de sangrantes yacentes.”
E. Conde
El dramático, cuya difusión empezó siendo la representación escénica. A él pertenecen la tragedia, la comedia o el drama, entre otros subgéneros. En el género dramático el autor cuenta hechos y confiesa sentimientos valiéndose de unos personajes que dialogan en un escenario. En el dramático la función dominante es la apelativa pues la intención del dramaturgo es influir en los espectadores para conmover su corazón o variar su conducta.
“LEANDRO.-¿Qué es esto, Crispín? ¿Qué pretendes? ¿Hasta dónde has de llevarme con tus enredos? ¿Piensas que lo creí? Tú pagaste a los espadachines; todo fue invención tuya. ¡Mal hubiera podido valerme contra todos si ellos no vinieran de burla!
CRISPÍN.- ¿Y serás capaz de reñirme, cuando así anticipo el logro de tus esperanzas?
LEANDRO.- No, Crispín, no. ¡Bien sabes que no! Amo a Silvia y no lograré su amor con engaños, suceda lo que suceda.
CRISPÍN.- Bien sabes lo que ha de sucederte… ¡Si amar es resignarse a perder lo que se ama por sutileza de conciencia…, que Silvia misma no ha de agradecerte.
LEANDRO.- ¿Qué dices? ¡Si ella supiera quién soy!”
J. Benavente
Sin embargo, a los tres anteriores, suelen añadirse otros géneros menores aunque no exentos de interés, entre los cuales figuran:
El didáctico, cuya intención principal es facilitar conocimientos sobre temas variados: morales, religiosos o intelectuales. Pertenecen a él, entre otros, la fábula, la epístola o el ensayo.El histórico, género entre científico y didáctico que cuenta hechos sucedidos realmente. Con él se relacionan otros como la biografía, las crónicas o las memorias.
El oratorio, cuya intención principal es convencer, se refiere a obras escritas para lograr un resultado práctico y justo, que tienen que ver con intereses religiosos, artísticos, civiles o políticos, sin dejar de lado los literarios.
Actividades
a) Identifica los géneros literarios de los siguientes textos, razonando la respuesta:
1.“Gustavo Adolfo Bécquer nació en Sevilla el año 1836. Quedó huérfano muy pequeño y fue recogido por su madrina hasta 1858, en que se trasladó a Madrid para abrirse paso en la vida literaria. Pero en la capital de España sufrió penurias sin cuento hasta que el ministro González Bravo le ofreció un cargo en la administración pública. Se casó con Casta Esteban y tuvo dos hijos con ella. Contrajo la tuberculosis y se alojó unos meses en el Monasterio de Veruela para curarse…”
2.“Y no es verdad, dolor, yo te conozco;
tú eres nostalgia de la vida buena
y soledad de corazón sombrío,
de barco sin naufragio y sin estrella.”
3.“Una vez había un rey que tenía dos hijas hermosísimas. La mayor era voluble y envidiosa y la pequeña trabajadora y sencilla. Un día llegó al reino un príncipe apuesto buscando una mujer para contraer matrimonio. En cuanto vio a la menor hija del rey, se enamoró de ella y pidió su mano. Pero la mayor de las hermanas tramó un plan para ocupar su sitio en el corazón del príncipe…”
4.“(De Zaragoza a Madrid, en un departamento de segunda)
PEDRO.- ¿Quiere usted comer?
ANTONIO.- Gracias, ¡Que aproveche!
PEDRO.- Vamos a hacer por la vida, que la muerte ya hará por nosotros.
ANTONIO.- Ya lo sabe: de la panza sale la danza.
PEDRO.- ¡Y no lo haga usted! ¡Verá cómo le luce el pelo!
ANTONIO.- De esto nadie se escapa…”
5.“Las doce sonaron en el reloj del Postigo. Beatriz oyó entre sueños las vibraciones de la campana, sordas, tristísimas, y entreabrió los ojos. Creía haber oído, a la par de ellas, pronunciar su nombre; pero lejos, muy lejos, y por una voz apagada y doliente. El viento gemía en los vidrios de la ventana…”
6.“Hojas del árbol caídas,
juguetes del viento son;
las ilusiones perdidas
son hojas, ¡ay!, desprendidas
del árbol del corazón.”
7.“Los pueblos del Norte apenas hablan. El frío y la nieve les tapa la boca. En Inglaterra las conversaciones más interesantes están prohibias. Es de mal gusto hablar de muertos, de amor, de religión. Es decir, de los temás más importantes del Hombre. El diálogo queda reducido al deporte y a los perros…”
3. Los tópicos literarios
Los tópicos o lugares comunes de la Literatura son ideas, temas, motivos o fórmulas fijas que algunos escritores incluyen en sus obras, siguiendo la tradición de otros que les precedieron en la historia. He aquí algunos de los más conocidos y cultivados:
El “Ubi sunt?”(“ubi sunt qui ante nos in hoc mundo fuere?”: ¿dónde están quienes existieron antes que nosotros?”) tiene sus raíces en la Biblia, se renovó en la Edad Media y no se ha dejado de cultivar en tiempos posteriores.
“¿Qué se hizo el rey don Juan?
Los infantes de Aragón,
¿qué se hicieron?
¿Qué fue de tanto galán?
¿Qué fue de tanta invención
como trajeron?”
Jorge Manrique
El “Beatus ille”, palabras iniciales de un verso de Horacio que significan “feliz aquel”. Con ellas se quiere expresar el deseo humano de alejarse de las inquietudes provocadas por la vida social y refugiarse en la vida tranquila y libre del campo.
“¡Qué descansada vida
la del que huye el mundanal ruido
y sigue la escondida
senda, por donde han ido
los pocos sabios que en el mundo han sido.”
Fray Luis de León
El lamento del ruiseñor o Filomena (nombre que Virgilio da a este pájaro) por el robo de su nido. Tópico muy presente en nuestra Literatura durante los Siglos de Oro (XVI y XVII).
“Cual suele el ruiseñor con triste canto
quejarse entre las hojas escondido,
del duro labrador que cautamente
le despojó su caro y dulce nido…”
Garcilaso de la Vega
El “Carpe diem” horaciano, que significa “vive el día o el momento”, muy parecido al “Collige virgo rosas” (“coge, doncella, las rosas”), de Ausonio. Este tema de difrutar de la vida mientras se sea joven también estuvo muy presente en los siglos mencionados y lo siguen siendo en los nuestros.
“Goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o víola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.”
Luis de Góngora
La “Descriptio puellae”(“retrato de la dama”), relacionado con el “Donna angelicata”, escoge generalmente los siguientes elementos de la dama: el rostro (blanco y rosado), el cabello (de oro, largo y ondulado), los dientes (perlas), el cuello (marfil), etc.
“En tanto que de rosa y azucena
se muestra la color de vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que el cabello, que en la vena
del oro se escogió…”
Garcilaso de la Vega
El “Locus amoenus” (“lugar ameno”), donde casi siempre hay un prado de flores, árboles que dan sombra, un riachuelo que pone música suave alrededor y aves que cantan…). Entre otros autores, lo utilizó abundantemente Garcilaso de la Vega.
“Movióla el sitio umbroso, el manso viento
el suave olor de aquel florido suelo;
las aves en el freco apartamiento
vio descansar del trabajoso vuelo;
secaba entonces el terreno aliento
el sol, subido en la mitad del cielo;
en el silencio sólo se escuchaba
un susurro de abejas que sonaba”.
Garcilaso de la Vega
El “Locus amoenus” es un tópico relacionado con el de la Edad de Oro y el de la Vida retirada o Menosprecio de corte y alabanza de aldea. De la literatura grecolatina pasa a la renacentista (Garcilaso, Fray Luis de León…) y barroca ( el Cervantes del Quijote, Quevedo o Góngora).
Su opuesto es el “Locus eremus” (“lugar solitario y poco agradable”), que sirve de marco al enamorado cuyos amores no son correspondidos; la naturaleza se impregna de elementos hostiles y desagradables.
El “Sic transit” (“sic transit gloria mundi” : “así se desvanece la gloria del mundo”), tópico muy propio del Barroco, donde el pesimismo se acentúa ante la visión, sobre todo, de cadáveres, despojos, ruinas o flores ajadas, que simbolizan el paso del tiempo y lo efímero de toda clase de esplendor y lozanía en las personas.
“A florecer las rosas madrugaron,
y para envejecerse florecieron:
cuna y sepulcro en un botón hallaron.
Tales los hombres sus fortunas vieron:
en un día nacieron y expiraron;
que pasados los siglos horas fueron.”
Calderón de la Barca
Actividades
Identifica los tópicos literarios empleados en los siguientes textos:
1.“Dichoso el que jamás ni ley ni fuero
ni el alto tribunal ni las ciudades
ni conoció del mundo el trato fiero;
que por las inocentes soledades
recoge el pobre cuerpo en vil cabaña
y el ánimo enriquece con verdades. “
Fray Luis de León
2.“Corrientes aguas, puras, cristalinas;
árboles que os estáis mirando en ellas,
verde prado de fresca sombra lleno,
aves que aquí sembráis vuestras querellas,
hiedras que por los árboles caminas,
torciendo el paso por su verde seno…”
Garcilaso de la Vega
3.“Dejad las hebras de oro ensortijado
que el ánima me tienen enlazada,
y volved a la nieve no pisada
lo blanco de esas rosas matizado.
Dejad las perlas y el coral preciado
de que esa boca está tan adornada…”
Francisco de Terrazas
4.“Cual suele en torno de álamo frondoso
el ruiseñor con dulce voz quejarse
del cazador solícito, que cuando
miraba el edificio artificioso
de su nido amoroso dilatarse,
el salitrado polvo disparando…"
Lope de Vega
5.“Estas que fueron pompa y alegría,
Despertando al albor de la mañana,
A la tarde serán lástima vana,
Durmiendo en brazos de la muerte fría…”
Calderón de la Barca
4.Los mitos
Los mitos, como los tópicos literarios, pertenecen a la tradición literaria. En la medida en que unos y otros sean más o menos conocidos por los lectores, así les parecerán más o menos comprensibles aquellos pasajes de las obras en que se recurra a ellos para imitarlos, parodiarlos o, simplemente, expresar sentimientos y vivencias parecidos a lo que vivieron en la leyenda los dioses, semidioses o héroes de las mitologías que existieron en los inicios de todas las culturas. Así pues, la Mitología se ocupa del estudio de esas historias fabulosas. La que más ha influido en nuestra Literatura ha sido la grecolatina. Primero, los ríos de la Iliada y la Odisea y los de los trágicos griegos, y luego los de la Eneida y los de los poetas latinos dejaron sus aguas mágicas en los ríos de nuestros poetas. En todas las épocas de la Literatura española hay presencias de esos mitos antiguos, aunque es a partir del siglo XV y sobre todo en los Siglos de Oro (XVI y XVII) cuando más se recurre a ellos. Muchos de esos mitos fueron recogidos por el poeta latino Ovidio (siglo V) en Las metamorfosis. Conozcamos algunos de los más repetidos.
El mito de Acis, pastor que, enamorado de la bella Galatea, es aplastado por una roca que le arroja el cíclope Polifemo, celoso de los amores de los dos pastores; aunque los dioses, compadecidos del infortunado Acis, lo convierten en un río. Góngora, entre otros, lo revive en su famoso Poema de Polifemo y Galatea.
El mito de Dafne, ninfa acosada por el dios Apolo que, a punto de ser alcanzada por el dios, se transforma en laurel.; desde ese momento es la planta favorita de Apolo, al que se suele representar tocado con una corona de laurel. En nuestra literatura Garcilaso y Quevedo se sirven de este mito para hablar de sus cuitas amorosas, el primero melancólicamente; el segundo, de manera menos seria.
El de Faetón, que simboliza el peligro que entraña ser excesivamente audaz, recoge la historia del hijo de Apolo que intenta conducir sin éxito el carro del sol, hasta que, amenazando quemar con su fuego a la Tierra, ésta pide ayuda al padre de los dioses, el cual fulmina con uno de sus rayos al atrevido joven. Góngora, entre otros, utiliza este mito en el soneto que comienza “Verdes hermanas del audaz mozuelo”.
El de Hero, sacerdotisa de Afrodita a quien cada noche iba a ver su amado Leandro, atravesando a nado el estrecho que los separaba y guiado por una antorcha que la mujer encendía; pero una noche, desencadenada una tormenta, la antorcha se apagó y Leandro no supo llegar a la costa, por lo que murió ahogado; al día siguiente la sacerdotisa descubrió el cadáver de su amado flotando en la orilla y, desesperada, se arrojó al vacío. El mito ha sido recreado, entre otros, por Boscán en el poema que lleva el nombre de los dos enamorados, Góngora en una letrilla y Quevedo en el soneto que comienza “En crespa tempestad del oro undoso”.
El mito de Ícaro, parecido al de Faetón, cuenta la historia de Ícaro que, tras haberse colocado unas alas que su padre Dédalo le había fabricado con plumas pegadas con cera para que escapara del laberinto en que ambos estaban prisioneros, no hizo caso de las advertencias de su progenitor y se acercó demasiado al sol, con lo que el calor derritió la cera, haciendo que el imprudente joven se precipitase al vacío.
El de Narciso, joven apuesto y hermoso que despreciaba el amor y a cuantas mujeres se le acercaban; a petición de las doncellas despechadas, fue castigado a enamorarse de su propia imagen, reflejada en una fuente, y a morir de inanición junto a ella; de su cuerpo muerto nació la flor que lleva su nombre.
O el de Orfeo, que perdió a su amada Eurídice al ser picada por una víbora y, llorando su muerte ante los dioses del Hades, consigue de éstos que Eurídice vuelva a la vida con la única condición de que Orfeo no se gire para verla; pero el héroe, impaciente, no cumple el requisito de los dioses, y la ninfa se sumerge en las sombras para siempre. Es uno de los mitos más citados. Garcilaso, Góngora y Quevedo, entre otros, se sirvieron de él.