martes, 29 de mayo de 2012

TU PRESENCIA




Yo llegaba a tiempo siempre entonces

A tus huellas de vidrio y de ternura.

El barrio estaba en paz

Y el camino de mi vida quieto

Y vivo a la vez como aquel río

Que reflejaba el brillo de mi infancia.

Y el brillo me lo daba tu presencia

Oculta entre las cosas de la vida,

Dios humilde como los cantos lisos

Que mi infalible tirador lanzaba

Más allá de la pluma y el destino

De los pájaros, Dios

Humilde y libre como los viejos sauces,

Como el balón que entre los pies cerraba

Solemnemente el libro de las tardes,

Como las dulces noches

Que después se abatían como copos

De amor y de silencio sobre mí.

Y eras tú la caricia,

Tú el callado murmullo.

Y yo seguía aprendiendo

Tu eternidad diaria en las almedras

Que crecían en leche y en azúcar

Para morir de gusto entre mis manos,

En el rayo de luz que en el desván

Convertía en oro el polvo de las cosas.

Y te aprendí tranquilo

Sin religión ni pruebas,

Como aprendí a la vez el sitio de la casa,

El escalón sonoro

O la sonrisa dulce de la madre.

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