lunes, 16 de noviembre de 2015

CURSOS. LA LITERATURA ESPAÑOLA DEL SIGLO XX (3)


GENERACIÓN DEL 27
 
Estuvo formada ante todo por los poetas Pedro Salinas, Jorge Guillén, Vicente Aleixandre, Federico García Lorca, Rafael Alberti, Luis Cernuda, Gerardo Diego, Dámaso Alonso y, como epígono de todos Miguel Hernández. Si bien cultivaron otros géneros, como el teatro o la crítica literaria. Muchos de ellos fueron profesores y alguno autodidacta, como Miguel Hernández, pero todos se consideraron admiradores de nuestros clásicos, desde Bécquer hasta Juan Ramón Jiménez o Góngora, cuyo tercer centenario celebraron con interés, y fueron fervientes cultivadores de la metáfora, así como de la poesía popular y culta. Al estallar la Guerra Civil, Lorca murió asesinado y, mientras unos se quedaban en el país, otros se fueron al exilio; algunos años más tarde Miguel Hernández encontraría la muerte en la cárcel de Alicante.
 
En la evolución poética del grupo pueden considerarse tres etapas:
La primera, que abarca hasta la celebración del tercer centenario de Góngora, presenta influjos becquerianos, modernistas, los primeros vanguardismos y la lírica popular, y siente devoción incondicional por Góngora.
La segunda llega hasta la Guerra y se caracteriza principalmente por la inclusión del surrealismo en los poemas de algunos de sus representantes (Lorca, Alberti, Aleixandre...), la vuelta la humanización y por algunas notas sociales y políticas.
Y la última, que comienza a partir de la Guerra, fue testigo del exilio de algunos de sus miembros (Alberti, Cernuda, Guillén,,,), con lo que nace en ellos la nostalgia de la patria lejana. Y de la muerte de otros, como Lorca y Hernández. En ella, además, se acentúan los tonos humanos y trascendentales y la angustia que representa para muchos la existencia humana.


 Galería de autores destacados (I)
 
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Pedro Salinas (1892- 1951) nació en Madrid. Estudió Derecho y Filosofía y Letras y obtuvo la cátedra de Lengua y Literatura española. Ejerció la docencia en Murcia y Sevilla y fue lector en Cambridge. Fue nombrado profesor de la Escuela central de idiomas y, durante largas temporadas, secretario de la Universidad Internacional de Verano en Santander. A la llegada de la Guerra Civil se exilió en América; allí enseñó en la Universidad de  Puerto Rico y en Baltimore. Murió en Boston.
 
 En su primera época, a la que pertenece, por ejemplo, Presagios se aprecia la presencia de Juan Ramón Jiménez y algunos rasgos vanguardistas, aunque ya aparece el tema del amor, que será constante en la siguiente etapa. Ésta es la de Razón de amor o La voz a ti debida , donde el amor se interioriza a partir de situaciones reales.
La última etapa se inicia con el exilio y a ella pertenecen libros como Confianza, cuya temática se preocupa del dolor y los problemas del mundo. Su métrica, breve y sencilla, está impregnada de delicadeza, emoción e ingenio.
Leamos un par de poemas de Salinas:
"¿Serás, amor un largo adiós que no se acaba?
Vivir, desde el principio, es separarse.
En el primer encuentro
con la luz, con los labios,
el corazón percibe la congoja
de tener que estar ciego y solo un día.
Amor es el retraso milagroso
de su término mismo;
es prolongar el hecho mágico
de que uno y uno sean dos, en contra
de la primer condena de la vida.
Con los besos,
con la pena y el pecho se conquistan
en afanosas lides, entre gozos
parecidos a juegos,
días, tierras, espacios fabulosos,
a la gran disyunción que está esperando,
hermana de la muerte o muerte misma.
Cada beso perfecto aparta el tiempo,
le echa hacia atrás, ensancha el mundo breve
donde puede besarse todavía.
Ni en el llegar, ni en el hallazgo
tiene el amor su cima:
es en la resistencia a separarse
en donde se le siente,
desnudo, altísimo, temblando.
Y la separación no es el momento
cuando brazos, o voces,
se despiden con señas materiales:
es de antes, de después.
Si se estrechan las manos, si se abraza,
nunca es para apartarse,
es porque el alma ciegamente siente
que la forma posible de estar juntos
es una despedida larga, clara.
Y que lo más seguro es el adiós."

"No quiero que te vayas,
dolor, última forma
de amar. Me estoy sintiendo
vivir cuando me dueles
no en ti, ni aquí, más lejos:
en la tierra, en el año
de donde vienes tú,
en el amor con ella
y todo lo que fue.
En esa realidad
hundida que la niega
a sí misma y se empeña
en que nunca ha existido,
que sólo fue un pretexto
mío para vivir.
Si tú no me quedaras,
dolor, irrefutable,
yo me lo creería;
pero me quedas tú.
Tu verdad me asegura
que nada fue mentira.
Y mientras yo te sienta,
tú me serás, dolor,
la prueba de otra vida
en que no me dolías.
La gran prueba, a lo lejos,
de que existió, que existe,
de que me quiso, sí,
de que aún la estoy queriendo."

Salinas también cultivó otros géneros, como la narrativa en La bomba increíble y El desnudo impecable y otras narraciones o con más acierto el ensayo: Literatura española, siglo XX o las ediciones preparadas sobre Fray Luis de Granada y San Juan de la Cruz.


 
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Jorge Guillén (1893-1984) nació en Valladolid. Estudió Filosofía y Letras en Madrid y Granada. Obtuvo como su amigo Salinas la cátedra de Literatura en Sevilla en cuya Universidad enseñó. Cuando estalló la Guerra se fue a EEUU, donde siguió enseñando hasta su jubilación. Residió en Italia y en Málaga, donde recibió la noticia de que había logrado el Premio Cervantes en 1977. Finalmente murió en esta ciudad.
Toda su poesía anterior a 1950 aparece reunida en Cántico (hasta cuatro ediciones), en el que trata el tema del entusiasmo del mero vivir. Después, en Clamor, el entusiasmo deja paso a la protesta. Emplea estrofas y versos clásicos (décimas, sonetos, romances, endecasílabos, octosílabos...) y los pule siempre con rigor intelectual y desnudez.
Leamos un par de muestras de su poesía:

"¡Beato sillón! La casa
corrobora su presencia
con la vaga intermitencia
de su invocación en masa
a la memoria. No pasa
nada. Los ojos no ven,
saben. El mundo está bien
hecho. El instante lo exalta
a marea, de tan alta,
de tan alta, sin vaivén."

"¡Cima de la delicia!
Todo en el aire es pájaro.
Se cierne lo inmediato
Resuelto en lejanía.
¡Hueste de esbeltas fuerzas!
¡Qué alacridad de mozo
En el espacio airoso,
Henchido de presencia!
El mundo tiene cándida
Profundidad de espejo.
Las más claras distancias
Sueñan lo verdadero.
¡Dulzura de los años
Irreparables! ¡Bodas
Tardías con la historia
Que desamé a diario!
Más, todavía más.
Hacia el sol, en volandas
La plenitud se escapa.
¡Ya sólo sé cantar!"

Cultivó también el ensayo en  Lenguaje y poesía o el Prólogo a las obras de García Lorca.


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Gerardo Diego (1896-1987) nació en Santander. Estudió Filosofía y Letras en Deusto y se doctoró en Madrid. Enseñó Lengua y Literatura en Soria, Gijón, Santander y Madrid. Compartió el Premio Nacional de Literatura con Alberti. Viajó por Sudamérica y Filipinas dando conferencias. Fue miembro de la RAE y obtuvo el Premio Cervantes en 1979. Compaginó sus labores profesionales y poéticas con las musicales. Murió en Madrid.
 
En su producción poética tienen cabida lo tradicional y lo vanguardista, y el dominio de la forma elegida (el romance, el soneto, la décima...). Su temática es variadísima (religiosa, taurina, social, amorosa...). Entre sus libros destacan Soria ( con influjos de Bécquer y A. Machado), Manual de espumas, libro adscrito al Ultraísmo, o Alondra de verdad, en el que llega a su cima lírica por medio de sonetos de gran emoción.
He aquí el Romance del Duero, una de sus más famosas composiciones:
"Río Duero, río Duero,
nadie a acompañarte baja;
nadie se detiene a oír
tu eterna estrofa de agua.
Indiferente o cobarde,
la ciudad vuelve la espalda.
No quiere ver en tu espejo
su muralla desdentada.
Tú, viejo Duero, sonríes
entre tus barbas de plata,
moliendo con tus romances
las cosechas mal logradas.
Y entre los santos de piedra
y los álamos de magia
pasas llevando en tus ondas
palabras de amor, palabras.
Quién pudiera como tú,
a la vez quieto y en marcha,
cantar siempre el mismo verso
pero con distinta agua.
Río Duero, río Duero,
nadie a estar contigo baja,
ya nadie quiere atender
tu eterna estrofa olvidada,
sino los enamorados
que preguntan por sus almas
y siembran en tus espumas
palabras de amor, palabras."
 
 
TEXTO COMENTADO
de CÁNTICO, de Jorge Guillén.
 
"Dije: ¡todo ya pleno!
Un álamo vibró.
Las hojas plateadas
sonaron con amor.
Los verdes eran grises,         
el amor era sol.
Entonces, mediodía,
un pájaro sumió
su cantar en el viento
con tal adoración                  
que se sintió cantada
bajo el viento la flor
crecida entre las mieses,
más altas. Era yo,
centro en aquel instante         
de tanto alrededor,
quien lo veía todo
completo para un dios.
Dije: todo completo.
¡Las doce en el reloj!"            
 
SITUACIÓN
Dentro del Grupo del 27, la producción de Jorge Guillén es la que representa la tendencia pura de la poesía. La concisión es esencial. Con las menos palabras posibles se expresa el máximo de contenido. Cántico, título que abarca la mayor parte del quehacer poético de Guillén (la otra se denomina Clamor), alude al tono festivo, de júbilo y exaltación que adopta el poeta para cantar al mundo, que "está bien hecho", con palabras suyas. El poema presente se ajusta a esos postulados.
 
CONTENIDO
El poeta se encuentra en el centro del universo, viéndolo todo, completo y hermoso, como si fuera un dios. Es la hora perfecta: las doce del mediodía. Todos los elementos giran en torno suyo cantando al simple vivir, jubilosos y enamorados. El amor lo domina todo: las hojas del álamo, los verdes, el sol, el pájaro, el viento, la flor...Hay en el texto tres partes: dos simétricas, el principio (primer verso) y el final (los dos últimos), que insisten en la perfección de todo lo que rodea al poeta, y la más amplia, la central (versos 2-18), que enumera los elementos naturales y telúricos inmersos en su cántico de amor.
 
ANÁLISIS.
La estructura externa del poema está formada por veinte versos heptasílabos que riman asonantemente en los pares (ó aguda) formando un romancillo; así que su esquema estrófico es 7- 7a 7- 7a 7- 7a 7- 7a 7- 7a 7- 7a 7- 7a 7- 7a 7- 7º 7- 7a.  El encabalgamiento más amplio se da en los versos 8 al 14; los demás se hallan en los versos 3-4, 15-16, 17-18. Relacionada con la estructura interna del poema está la simetría del principio y el fin que forman una especie de estribillo, con alguna variante: "Dije: ¡todo ya pleno!" (primer verso), "Dije: todo completo." (verso 19). Simetría que se remata en el último verso: "¡Las doce en el reloj!" (hora del mediodía que causa el efecto entusiasta y amoroso retratado por el poeta en el resto de los versos). Respecto de los recursos expresivos de que se vale el poeta para intensificar el canto de todos esos elementos, destacan en primer lugar las personificaciones ("las hojas plateadas sonaron con amor", "el pájaro sumió su cantar en el viento con tal adoración", "se sintió cantada bajo el viento la flor"). Es de notar la metáfora, por su significación, "el amor era sol". Y los nombres del poema, todos referidos a elementos naturales, plantas, pájaros. Y las repeticiones (la más significativa, la de "todo". Y las elipsis ("todo completo" "las doce en el reloj" "todo ya pleno"). Y las exclamaciones (expresión de la emoción de alegría del poeta). Y el empleo del estilo directo para expresar lo que siente y el indirecto para hablar de él como centro de tanta dicha.
 
CONCLUSIÓN
Modelo de poesía pura, el texto cuenta y canta con las palabras justas la emoción inmensa que siente el poeta al sentirse centro de la belleza, júbilo y amor del universo, en consonancia con los temas de su principal libro Cántico.


 


Galería de autores destacados (II)

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Vicente Aleixandre (1898-1984) nació en Sevilla pero su infancia transcurrió en Málaga, donde empezó sus primeros estudios. En Madrid acabó la segunda enseñanza. Terminó Derecho y Comercio y trabajó en una compañía ferroviaria. Cayó enfermo y se fue al campo para curarse. Ya en Madrid, dedicó su vida a escribir y logró el Premio Nacional de Literatura. Viajó por varios países de Europa. Fue miembro de la Real Academia y recibió el Premio Nobel en 1977.
 
Al principio le influyó Juan Ramón Jiménez. Pero, inmerso en los postulados del surrealismo, dio a conocer libros como La destrucción o el amor, donde la muerte se fusiona con la pasión amorosa, o  Sombra del paraíso, en el que Málaga se convierte en un edén perdido en el recuerdo del poeta y cobran presencia sus emociones e inquietudes personales. Finalmente, en Historia del corazón, entre otros libros, aparece también el nosotros, la solidaridad con los demás, sin que por ello desaparezca el amor o la intimidad del propio poeta.

He aquí una muestra de su quehacer poético:
"Dime, dime el secreto de tu corazón virgen,
dime el secreto de tu cuerpo bajo tierra,
quiero saber por qué ahora eres un agua,
esas orillas frescas donde unos pies desnudos se bañan con espuma.
Dime por qué sobre tu pelo suelto,
sobre tu dulce hierba acariciada,
cae, resbala, acaricia, se va
un sol ardiente o reposado que te toca
como un viento que lleva sólo un pájaro o mano.
Dime por qué tu corazón como una selva diminuta
espera bajo tierra los imposibles pájaros,
esa canción total que por encima de los ojos
hacen los sueños cuando pasan sin ruido.
Oh tú, canción que a un cuerpo muerto o vivo,
que a un ser hermoso que bajo el suelo duerme,
cantas color de piedra, color de beso o labio,
cantas como si el nácar durmiera o respirara.
Esa cintura, ese débil volumen de un pecho triste,
ese rizo voluble que ignora el viento,
esos ojos por donde sólo boga el silencio,
esos dientes que son de marfil resguardado,
ese aire que no mueve unas hojas no verdes...
¡Oh tú, cielo riente, que pasas como nube;
oh pájaro feliz, que sobre un hombro ríes;
fuente que, chorro fresco, te enredas con la luna;
césped blando que pisan unos pies adorados!"

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Dámaso Alonso (1898-1990), nació en Madrid, fue catedrático de Lengua y Literatura españolas y director de la R.A.E. Fue un excelente filólogo y crítico literario y entre otros trabajos editó las Soledades, de Góngora y La poesía de San Juan de la Cruz. Y también destacó con la poesía en obras como Oscura noticia y, sobre todo, Hijos de la ira, libro que fue un punto de partida para la poesía desarraigada de la posguerra por sus poemas de inspiración religiosa y tonos duros y angustiosos que reflejan la situación del hombre que expresa su soledad ante un Dios que se muestra ausente. Obtuvo los premios Nacional de Literatura en 1927 y el Cervantes en 1978.
Leamos una muestra de este último libro
"Madrid es una ciudad de más de un millón de cadáveres (según las últimas estadísticas).
A veces en la noche yo me revuelvo y me incorporo en este nicho en el que hace 45 años que me pudro,
y paso largas horas oyendo gemir al huracán, o ladrar los
perros, o fluir blandamente la luz de la luna.
Y paso largas horas gimiendo como el huracán, ladrando como
un perro enfurecido, fluyendo como la leche de la ubre
caliente de una gran vaca amarilla.
Y paso largas horas preguntándole a Dios, preguntándole por
qué se pudre lentamente mi alma,
por qué se pudren más de un millón de cadáveres en esta
ciudad de Madrid,
por qué mil millones de cadáveres se pudren lentamente en el mundo.
Dime, ¿qué huerto quieres abonar con nuestra podredumbre?
¿Temes que se te sequen los grandes rosales del día,
las tristes azucenas letales de tus noches?"


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Federico García Lorca (1898-1936) nació en Fuentevaqueros (Granada) en el seno de una familia rica. Estudió Derecho y Filosofía y Letras en Granada y Madrid. Aquí se instaló en la Residencia de Estudiantes, donde conoció a importantes figuras de las artes y las letras. Viajó a Nueva York como becario y volvió vivamente impresionado por la experiencia allí vivida. A su regreso a Madrid, se hizo cargo del teatro universitario La Barraca y recorrió España representando obras de nuestro teatro clásico. Pianista virtuoso y apasionado del floklore, dio conferencias y recitales de piano. Dramaturgo excepcional, obtuvo triunfos memorables en Buenos Aires. Fundó la revista literaria Gallo y colaboró en muchas de ellas. Murió asesinado al principio de la Guerra Civil.
 
Con Yerma o La casa de Bernarda Alba destacó como dramaturgo. Y como poeta se dio a conocer con Libro de poemas, influido por Bécquer y Rubén Darío. Le siguieron otros más personales entre los que destacan el Poema del Cante Jondo, que es una fusión entre lo popular y lo culto, el Romancero gitano, un canto dramático a la raza perseguida, convertida en mito, o Poeta en Nueva York, donde habla en verso libre y multitud de rasgos surrealistas del hombre condenado a formar parte del engranaje del progreso que lo aniquila.
A continuación podemos leer un fragmento de La casa de Bernarda Alba:
"La Poncia: No tendrás queja ninguna. Ha venido todo el pueblo.
Bernarda: Sí, para llenar mi casa con el sudor de sus refajos y el veneno de sus lenguas.
Amelia: ¡Madre, no hable usted así!
Bernarda: Es así como se tiene que hablar en este maldito pueblo sin río, pueblo de pozos, donde siempre se bebe el agua con el miedo de que esté envenenada.
La Poncia: ¡Cómo han puesto la solería!
Bernarda: Igual que si hubiera pasado por ella una manada de cabras. (La Poncia limpia el suelo) Niña, dame un abanico.
Amelia: Tome usted. (Le da un abanico redondo con flores rojas y verdes.)
Bernarda: (Arrojando el abanico al suelo) ¿Es éste el abanico que se da a una viuda? Dame uno negro y aprende a respetar el luto de tu padre.
Martirio: Tome usted el mío.
Bernarda: ¿Y tú?
Martirio: Yo no tengo calor.
Bernarda: Pues busca otro, que te hará falta. En ocho años que dure el luto no ha de entrar en esta casa el viento de la calle. Haceros cuenta que hemos tapiado con ladrillos puertas y ventanas. Así pasó en casa de mi padre y en casa de mi abuelo. Mientras, podéis empezar a bordaros el ajuar. En el arca tengo veinte piezas de hilo con el que podréis cortar sábanas y embozos. Magdalena puede bordarlas.
Magdalena: Lo mismo me da.
Adela: (Agria) Si no queréis bordarlas irán sin bordados. Así las tuyas lucirán más.
Magdalena: Ni las mías ni las vuestras. Sé que yo no me voy a casar. Prefiero llevar sacos al molino. Todo menos estar sentada días y días dentro de esta sala oscura.
Bernarda: Eso tiene ser mujer
Magdalena: Malditas sean las mujeres.
Bernarda: Aquí se hace lo que yo mando. Ya no puedes ir con el cuento a tu padre. Hilo y aguja para las hembras. Látigo y mula para el varón. Eso tiene la gente que nace con posibles."

Y ahora uno de sus poemas más conocidos, La canción del jinete muerto:
"En la luna negra 
de los bandoleros, 
cantan las espuelas.  
Caballito negro. 
¿Dónde llevas tu jinete muerto? 
...Las duras espuelas 
del bandido inmóvil 
que perdió las riendas.  
Caballito frío. 
¡Qué perfume de flor de cuchillo! 
En la luna negra, 
sangraba el costado 
de Sierra Morena. 
Caballito negro. 
¿Dónde llevas tu jinete muerto? 
La noche espolea
sus negros ijares 
clavándole estrellas. 
Caballito frío. 
¡Qué perfume de flor de cuchillo! 
En la luna negra, 
¡un grito! y el cuerno 
largo de la hoguera.
Caballito negro. 
¿Dónde llevas tu jinete muerto?"



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Rafael Alberti (1902-1999) nació en el Puerto de Santa María (Cádiz). Estudió bachillerato en el Colegio de los Jesuitas. Se trasladó a Madrid para dedicarse a la pintura. Cayó enfermo y se retiró a la sierra de Guadarrama, donde empezó a escribir poesía. Obtuvo el Premio Nacional de Poesía. Viajó por Europa y permaneció un tiempo en Rusia. Se afilió al Partido Comunista. Al acabar la Guerra se exilió a París, Buenos Aires y Roma. De vuelta a España, recibió el Premio Cervantes en 1983 y otras distinciones antes de morir.
 
De su obra poética destacan, entre otros, los siguientes títulos: Marinero en tierra, rico muestrario de formas populares aprendidas en los cancioneros y romanceros tradicionales españoles; Cal y canto, donde el humor y los influjos gongorinos se dan la mano para tratar temas e imágenes modernas propias del Ultraísmo; o Sobre los ángeles, obra perteneciente a su etapa surrealista en la que expresa la angustia interior del hombre ante un mundo amenazante y sin sentido donde impera la crueldad, la ira, la guerra o la muerte.

He aquí un par de muestras:
"El mar. La mar.
El mar. ¡Sólo la mar!
 ¿Por qué me trajiste, padre,
a la ciudad?
  ¿Por qué me desenterraste del mar?   En sueños, la marejada
me tira del corazón.
Se lo quisiera llevar.
  Padre, ¿por qué me trajiste
acá?"

 "Se equivocó la paloma,
se equivocaba.
Por ir al norte fue al sur,
creyó que el trigo era el agua.
Creyó que el mar era el cielo,
que la noche la mañana.
Que las estrellas rocío,
que la calor la nevada.
Que tu falda era tu blusa,
que tu corazón su casa.
(Ella se durmió en la orilla,
tú en la cumbre de una rama.)"


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Luis Cernuda (1902-1963) nació en Sevilla. Vivió en Madrid. Fue lector de español en la Universidad de Toulouse. Apoyó la causa republicana, lo que, con la Guerra, le obligó a exiliarse a Inglaterra y  EEUU, donde siguió ejerciendo la docencia. Finalmente, se trasladó a Méjico, donde murió.
 
Toda su poesía está transida de un romanticismo y desarrolla su temática entre el deseo del poeta de realizarse plenamente como persona y la realidad limitadora que lo envuelve. De ahí que reuniera su producción poética bajo el título La realidad y el deseo. Varios son los libros incluidos en él (Un río, un amor, por ejemplo, es de temática muy íntima), Donde habite el olvido (inspirado en Bécquer y cuyo título proviene de un verso del poeta de las Rimas), o Las nubes , que contiene algunas notas religiosas.
Veamos la primera parte de Donde habite el olvido:
"Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo solo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.
Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.
En esa gran región donde el amor, ángel terrible
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.
Allá donde termine ese afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.
Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.
Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido."

También escribió un precioso libro de prosa poética, Ocnos, donde echa de menos a su tierra andaluza, y libros de crítica literaria, como Poesía y literatura.



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Miguel Hernández (1910-1942) nació en Orihuela (Alicante) en el seno de una familia humilde. De niño fue pastor de cabras, pero su afición por la lectura le ayudó a formarse. Su vocación poética, temprana, le llevó a participar en las tertulias de su amigo Ramón Sijé. Luego se trasladó a Madrid, donde con la ayuda de su amigo Pablo Neruda, se abrió camino en el mundo de las letras y la política. Cuando estalló la Guerra se alistó en las filas de la República y se casó. Pero detenido por el bando nacional, fue conducido a la cárcel de Alicante, donde murió de tuberculosis, después de haber sufrido la muerte de su primer hijo. 
Siguiendo la moda gongorina de la Generación, escribió Perito en lunas, en el que emplea octavas reales para hablar metafóricamente de objetos cotidianos. Su primer libro personal fue El rayo que no cesa, donde trata sus temas más recurrentes: la pasión  amorosa, la fuerza de la vida y la desolación de la muerte; los sonetos que contiene son de una hechura perfecta, pero los tercetos encadenados de la Elegía a Ramón Sijé no les van a la zaga, pues forman además de un llanto lírico, un canto bellísimo a la amistad. De temática muy distinta son otros libros como Viento del pueblo, donde la solidaridad humana o el dolor de la guerra adquieren poderosa presencia. Finalmente, el Cancionero y romancero de ausencias, con estrofas de la lírica tradicional española, nos habla de la soledad de la cárcel o del amor a su esposa y a su hijo.

Leamos una muestra poética conocida, Las nanas de la cebolla:
"La cebolla es escarcha
cerrada y pobre:
escarcha de tus días
y de mis noches.
Hambre y cebolla:
hielo negro y escarcha
grande y redonda.
En la cuna del hambre
mi niño estaba.
Con sangre de cebolla
se amamantaba.
Pero tu sangre,
escarchada de azúcar,
cebolla y hambre.
Una mujer morena,
resuelta en luna,
se derrama hilo a hilo
sobre la cuna.
Ríete, niño,
que te tragas la luna
cuando es preciso.
Alondra de mi casa,
ríete mucho.
Es tu risa en los ojos
la luz del mundo.
Ríete tanto
que en el alma al oírte,
bata el espacio.
Tu risa me hace libre,
me pone alas.
Soledades me quita,
cárcel me arranca.
Boca que vuela,
corazón que en tus labios
relampaguea.
Es tu risa la espada
más victoriosa.
Vencedor de las flores
y las alondras.
Rival del sol.
Porvenir de mis huesos
y de mi amor.
La carne aleteante,
súbito el párpado,
el vivir como nunca
coloreado.
¡Cuánto jilguero
se remonta, aletea,
desde tu cuerpo!
Desperté de ser niño.
Nunca despiertes.
Triste llevo la boca.
Ríete siempre.
Siempre en la cuna,
defendiendo la risa
pluma por pluma.
Ser de vuelo tan alto,
tan extendido,
que tu carne parece
cielo cernido.
¡Si yo pudiera
remontarme al origen
de tu carrera!
Al octavo mes ríes
con cinco azahares.
Con cinco diminutas
ferocidades.
Con cinco dientes
como cinco jazmines
adolescentes.
Frontera de los besos
serán mañana,
cuando en la dentadura
sientas un arma.
Sientas un fuego
correr dientes abajo
buscando el centro.
Vuela niño en la doble
luna del pecho.
Él, triste de cebolla.
Tú, satisfecho.
No te derrumbes.
No sepas lo que pasa
ni lo que ocurre."

Son también poetas destacados del Grupo del 27 Manuel Altolaguirre (1905- 1959) y Emilio Prados (1899-1962), fundadores de la revista Litoral y ambos exiliados tras la Guerra Civil. El primero es autor de Las islas invitadas y el segundo, de Jardín cerrado.
 


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Breve antología
"Enhiesto surtidor de sombra y sueño
que acongojas el cielo con tu lanza.
Chorro que a las estrellas casi alcanza
devanado a sí mismo en loco empeño.
 
Mástil de soledad, prodigio isleño;
flecha de fe, saeta de esperanza.
Hoy llegó a ti, riberas del Arlanza
peregrina al azar, mi alma sin dueño.
 
Cuando te vi, señero, dulce, firme,
qué ansiedades sentí de diluirme
y ascender como tú, vuelto en cristales,
 
como tú, negra torre de arduos filos,
ejemplo de delirios verticales,
mudo ciprés en el fervor de Silos.
(Versos humanos, de G. Diego)
 
 
"Basta, tristeza, basta, basta, basta.
No pienses más en esos ojos que te duelen,
en esa frente pura encerrada en sus muros,
en ese pelo rubio, que una noche ondulara.
¡Una noche! Una vida, todo un pensar,
todo un amor, toda una dulce sangre.
Toda una luz que bebí de unas venas,
en medio de la noche y en los días radiantes.
Te amé... No sé. No sé qué es el amor.
Te padecí gloriosamente como a la sangre misma.
Como el doloroso martillo que hace vivir y mata.
Sentí diariamente que la vida es la muerte.
Supe lo que es amar porque morí a diario.
Pero no morí nunca. No se muere. Se muere...
Se muere sobre un aire, sobre un hombro no amante.
Sobre una tierra indiferente para los mismos besos.
Eras tan tierna; eras allí, remotamente, hace mucho,
eras tan dulce como el viento en las hojas,
como un montón de rosas para los labios fijos..."
(Mundo a solas, de V. Aleixandre)
 
 
"Empieza el llanto
de la guitarra.
Se rompen las copas
de la madrugada.
Empieza el llanto
de la guitarra.
Es inútil callarla.
Es imposible
callarla.
Llora monótona
como llora el agua,
como llora el viento
sobre la nevada.
Es imposible
callarla.
Llora por cosas
lejanas.
Arena del Sur caliente
que pide camelias blancas.
Llora flecha sin blanco,
la tarde sin mañana,
y el primer pájaro muerto
sobre la rama.
¡Oh guitarra!
Corazón malherido
por cinco espadas."
(Poema del Cante Jondo, de Lorca)


 

TEXTO COMENTADO.

 Un poema de El rayo que no cesa,
de M. Hernández

 

"Como el toro he nacido para el luto
y el dolor, como el toro estoy marcado
por el hierro infernal en el costado
y por varón en la ingle con un fruto.

Como el toro lo encuentra diminuto    5
todo mi corazón desmesurado,
y del rostro del beso enamorado,
como el toro a tu amor se lo disputo.

Como el toro me mezclo en el castigo,
la lengua en corazón tengo bañada          10
y llevo al cuello un vendaval sonoro.

Como el toro te sigo y te persigo,
y dejas mi deseo en una espada,
como el toro burlado, como el toro.

 

 

SITUACIÓN

A Miguel Hernández se le considera un epígono del Grupo del 27. Dentro de su apasionada obra poética destaca El rayo que no cesa, un poemario de una fuerza irresistible cuyos temas recurrentes son la pasión de amor, el dolor, el destino trágico del hombre y la muerte. En el poema que estudiamos está presente el destino triste del poeta, nacido para el luto y el dolor.


 CONTENIDO

El poeta afirma que ha nacido, como el toro, varón y para sufrir (primera parte, primera estrofa). Que posee un corazón enorme para amar y lucha por lo que quiere con la fuerza del toro (segunda parte, segunda estrofa). Como el toro acepta su destino de castigo y lo expresa con toda su pasión (tercera, parte, tercera estrofa). Finalmente, declara su amor aunque sabe que quedará reducido al deseo y burlado como el toro (cuarta parte, cuarta estrofa). 


ANÁLISIS

La estructura externa del poema forma un soneto, catorce endecasílabos agrupados en dos cuartetos y dos tercetos; por lo que su esquema métrico es 11A 11B 11B 11A 11A 11B 11B 11A 11C 11D 11E 11C 11D 11E.  Los encabalgamientos se dan, sobre todo en el primer cuarteto y en los versos 5-6 y 10-11. La comparación con el toro viene ya indicada desde el primer verso del poema y se va repitiendo al principio de cada estrofa ("como el toro..."), formando de paso una anáfora que insiste en el tema. Deben notarse las metáforas del corazón ("el hierro infernal en el costado"), los atributos masculinos ("por varón en la ingle con un fruto"), la lengua apasionada y cantarina ("la lengua en corazón tengo bañada", "llevo al cuello un vendaval sonoro"). Las aliteraciones son frecuentes ("como el toro estoy marcado...", "hierro infernal...", "por varón en la ingle con un...", "Como el toro lo encuentra diminuto...", etc.). Y repeticiones de sílabas de palabras diferentes ("...diminuto todo...") y de formas verbales con lexemas comunes ("...te sigo y te persigo..."). Y antítesis que muestran la fuerza de su contradictorio destino ("diminuto-desmesurado"). Nótese, finalmente, que la comparación con el toro parece no terminar o, simplemente, dar la vuelta para comenzar sus quejas (ver el último verso).

 
CONCLUSIÓN

El hecho de compararse el poeta con el toro muestra el tono impetuoso y arrebatador de la poesía de Miguel Hernández. Varón, nacido en el castigo, nacido para amar la vida apasionadamente y para morir. Parece mentira que en un soneto (jaula para encerrar las palabras) se haya podido decir tanto.

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