Fiel asistente y activo participante en la tertulia Azor, Vicente Rincón (Barcelona, 1930- 2002) me honró con su amistad desde 1979, año en que logró el Premio de Poesía Castellana con Nuevos Poemas, Nuevos Silencios, hasta el mismo año de su muerte, en que, durante una breve mejoría de la cruel enfermedad que padecía, pudimos asistir juntos a la tertulia Diálogos Literarios, continuación de la de Azor. En medio, participamos en las mismas actividades poéticas (recitales, publicaciones, premios...). Además del poemario mencionado, dio a conocer otros de altísima calidad, como Humana dimensión, Vírgenes y minotauros, Presencia de Argos o Memoria de la piedra, del que extraemos el siguiente poema:
"Dice el poeta
en la noche caída en desgracia:
soy torpe fémur,
omoplato hundido,
tibia de cadáver,
tronco fragmentado,
soy un despojo del paso del tiempo,
víctima del tribunal de la desolación,
imagen atroz, contaminada,
una cruz sin lápida que se levanta
en memoria de la inútil inteligencia.
Pero tú, piedra,
austera, sencilla y difícilmente geométrica,
me devuelves
el tacto, el sonido, el sabor,
la presencia, el bálsamo
de mi sustancia humana,
que tuvo para la hierba
manos encendidas y acariciantes,
para el pájaro
exquisita fiebre de enamorado,
para el agua
lágrimas afortunadas, sentimientos
que prodigaron claridades sublimes,
turbadoras quietudes,
mil años de felicidad en un instante.
Porque tú, piedra solitaria y adusta,
has recobrado para mí
el espíritu perdido del poeta,
su razón de ser en la palabra,
su circunstancia en la belleza,
su vértigo y su delirio.
Qué generoso legado el tuyo."
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