Caminando por la arena mojada de la orilla,
oyendo rezar al mar su eterna canción de esperanza,
contemplando el promontorio amurallado donde el Papa Luna
pasó sus últimos años de vida entre asedios,
persecuciones, traiciones y conatos de envenenamientos...
Dejando las huellas a un paso del eterno mar
y a otro de la piedra gris del último refugio de un tenaz pontífice
que defendió con uñas y dientes sus legítimos derechos
contra quienes querían apoderarse de su tiara papal...
aprendes a olvidar, que es, sobre todo, vivir.![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEga4a3sw-G-zy9aZBfXJyeMDCUdUlas4DRXlDhHrqujh9jtwUEUXZNkQyBagwuRiPLUNiuiuYIg_MbcmxrZs3YGPT_htoaViqcFV_tv5-M4_fRm783-8CK-nlaTLrWmBvY0hp6kc3YFnG4/s400/Pe%25C3%25B1%25C3%25ADscola+019.JPG)
Dejar las huellas y olvidar las traiciones.
Vivir no es más que eso.
Y al final, lo que queda es la lucha,
el afán de defender lo que es de uno,
que a veces es sólo este momento de caminar tranquilo
por la arena mojada de la orilla,
donde el mar sigue rezando su oración de esperanza.
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