lunes, 6 de febrero de 2012

HACE CUARENTA AÑOS




Hace cuarenta años era otro.
Era, para empezar, más joven
Y tenía un verano entre las manos,
Dos hijos pequeños y una rosa
Abierta para mí en su primavera.
Sólo digo que era joven y tenía
Mucha vida de luz aún por delante.
Y pisó París por vez primera.
Cuando el Sena desbordado
Anegaba las aceras del amor.

Y la Mona Lisa reía silenciosa
Para él en el Louvre.
Su mujer disfrutaba como él
Y era así la dicha más perfecta.
Muy temprano desayunaban en el café
Que descubrieron cerca de la Ópera
Y luego se lanzaban a la aventura
Del metro en busca de Montmartre
O del Barrio Latino o del rincón
Que el azar a su alcance disponía.
Comían en ruta y regresaban
Al gozo de ver cosas: galerías, una estatua
Que no salía en la guía o las palomas
Que manchaban de blanco el obelisco
De la Concordia.
A veces todo
Ocurría en un paréntesis
Que dejaba la lluvia y el sol era
Un brillo de diamante en sus miradas
Que irradiaba la blanca
Cúpula del Sacrè Coeur.
Semana Santa del setenta y ocho.
La fecha del suceso.

Y cuando el día se escapaba de las calles
Y las luces de neón embellecían
Los cafés, y los bulevares
Se llenaban de pájaros ocultos,
Regresaban rendidos al hotel
Con los pies reventados
Y el alma saturada de belleza.
Aún tenían tiempo de abrazarse.
Se bañaban juntos entre risas
Y, resucitados momentáneamente,
Volvían al mundo del asfalto
Donde París cambiaba de registro.
Y soñaban sentados a una mesa
Cerca de la Madelaine
Mientras la brisa, húmeda y musical,
les traía la voz del “pequeño gorrión”
Que dormía en la piedra de Pere Lachaise.

Y, finalmente,
Buscaban el sosiego de las sábanas
Esperando la aventura del día siguiente.

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