El Carnaval
ya está aquí de nuevo y no habrá quien lo pare. La fiesta está servida, junto con ARCOmadrid, otro oculto carnaval con que se intenta disfrazar en gran medida el arte de verdad. Visto lo visto por los
medios de información, la exposición de este año, 200 galerías (vanguardias
históricas, clásicos contemporáneos y arte actual), como siempre (y esta es ya la
36ª edición) se convertirá en una parte importante en una feria considerada en el justo significado de
la palabra (comercio y mercadería), con lo que ello conlleva.
¿Podrán el ojo y
el corazón humanos asimilar tanta manifestación esculpida pintada, proyectada o
construida? ¿Sabrán reconocer lo que es provocación o impostura de lo que es
verdaderamente arte? Mucho de lo que se expone en ARCOmadrid podrá ser sin duda
contemporáneo, pues pertenece al tiempo en que vivimos, pero ¿quién
puede asegurar, con la mano puesta en el corazón y esgrimido el buen gusto y el
valor de la calidad, el talento y la autenticidad, que es Arte, con mayúscula? Podrá
decirse que mucho de lo que se expone en la feria es divertido, chocante, novedoso,
atrevido, provocador, hasta original. Pero de ahí a afirmar que eso es
verdadero arte (actividad del ser humano realizada con fines estéticos y
comunicativos) hay una gran distancia que sólo la autenticidad y las buenas
intenciones, además del talento, pueden salvar.
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