TEXTOS DE INTRODUCCIÓN
"Magnífica definición la que
Antonio Machado dio de la poesía --más mirando a la suya que a la ajena--:
"Lo que pone el alma, si es que algo pone, o lo que dice, si es que algo
dice, con voz propia, en respuesta al contacto del mundo." Precisamente lo
que hizo que él se apartara en seguida de Rubén fue creer que éste buscaba nada
más el colorido, la sensación, la sonoridad, el tema exótico, cuando él creía
nada más que "en la honda palpitación del espíritu", desnuda en la
más desnuda expresividad (...). Y él lo confiesa: "Me siento algo en
desacuerdo con los poetas del día. Ellos propenden a una destemporalización de
la lírica, no sólo por el desuso de los artificios del ritmo sino, sobre todo,
por el empleo de las imágenes en función más conceptual que emotiva."
(Nota
preliminar firmada por F. S. M. a
Poesías
escogidas de A.
Machado, Aguilar, Madrid, 1958)
"Eran
jóvenes que irrumpieron en el mundo literario español(...) con una proclamada
conciencia innovadora y con un gran bagaje intelectual que no procedía sólo de
la pasión autodidacta por la lectura sino también de la formación recibida en
las aulas universitarias y del contacto con los círculos culturalmente más
dinámicos del momento. Familiarizados con los clásicos españoles, tan valorados
por noventayochistas e institucionistas, y con la poesía del "Fin de siglo"
francés, realzada por la obra de Juan Ramón Jiménez, padre espiritual de todos
ellos, muchos de estos jóvenes llegarán a ser también verdaderos profesionales
de la docencia y de la crítica literaria. Tal es el caso de los llamados
"poetas-profesores", entre los que se cuentan, entre otros, Salinas,
Guillén, Dámaso Alonso y Gerardo Diego."
R. Reyes Cano (Sevilla en la Generación del 27)
"En cuanto a las promociones que han ido
sucediéndose, cabría distinguir la que aparecía alrededor de 1935, es decir,
poco antes de la guerra civil, alcanza su madurez en la década siguiente, y la
que hacia 1945, o sea, al fin de la guerra mundial, acusa el influjo de la
atroz crisis espiritual del momento, para evolucionar más tarde hacia lo que
constituirá la nota más significativa de una tercera promoción en la década de
1950: el afán de realismo y el interés por el destino de la colectividad.
Generalizando mucho, podríamos asignar un tono de serena confianza a la
primera, de sombrío desasosiego a la segunda, y de áspera protesta, matizada de
esperanza, a la tercera."
J.
García López (Historia de la Literatura)
I. GENERACIÓN DEL 98 Y MODERNISMO
Introducción
La Generación del 98 está formada por un grupo de escritores intelectuales nacidos
entre 1860 y 1875 que tienen en común preocupaciones filosóficas, éticas y
literarias cuya aspiración máxima es lograr la regeneración de España, y
sienten profundamente la crisis nacional producida por el desastre del 98 en el
que se perdieron las colonias de Ultramar. Adoptan como sistema de pensamiento
el existencialismo y lo que éste
conlleva: la angustia vital, la intuición o la voluntad de vivir
y en el plano literario reaccionan contra el realismo y naturalismo anteriores. Entre sus máximos
representantes destacan Antonio Machado, Miguel de Unamuno o Pío Baroja.
El Modernismo, que es tanto una actitud de vida como un movimiento
literario, representa una reacción contra el prosaísmo del mundo burgués, y sus
miembros, cuyo mayor exponente es Rubén Darío, proponen como postulado esencial
la exaltación de la belleza.
Siguiendo
a Pedro Salinas, la Generación del 98
es un movimiento sobre todo español,
analiza la realidad nacional y escribe una literatura de la vida
preferentemente. Mientras que el Modernismo es cosmopolita, sintetiza
elementos románticos, simbolistas y parnasianos y rinde culto al arte y los
sentidos.
Los escritores de la Generación del 98 cultivan prácticamente todos
los géneros literarios, desde el ensayo hasta la poesía, pasando por la novela
y el teatro. Mientras que los representantes del Modernismo se inclinan por el cultivo de una poesía llena de
musicalidad, elementos sensoriales, escapismo hacia lugares exóticos o
referencias mitológicas
Galería de autores destacados (I)
Miguel de Unamuno (1864-1936) nació en Bilbao. Estudió Filosofía y Letras en
Madrid. Fue catedrático de Griego y rector de la Universidad de
Salamanca, ciudad donde residió hasta su muerte. Por sus ideas políticas fue
desterrado a Fuerteventura por la
Dictadura de Primo de Rivera. Recorrió España de cabo a rabo
y viajó también por Italia, Suiza y Portugal.
Fue un gran poeta como demostró en obras tan importantes como El
Cristo de Velásquez, Rosario de sonetos líricos o Teresa, poemario dedicado a su esposa,
del que entresacamos los siguientes versos:
“Te recitaba Bécquer; golondrinas
Refrescaban tus sienes al volar;
Las misma que piadosas hoy, Teresa,
Sobre tu tierra vuelan sin cesar.
Las mismas que al Señor, de la
corona,
Espinas le quitaron al azar;
Las mismas que me arrancaron las
espinas
Del corazón que se me va a apagar.
Golondrinas que vienen de tu campo
Trayéndome recuerdos al pasar,
Y cuya sombra acarició la hierba
Bajo que has ido al fin a
descansar.”
Unamuno destacó también en la novela,
entre cuyos ejemplos más importantes sobresalen San Manuel Bueno,
mártir, que narra el problema de fe que
tiene un cura de pueblo al que sus feligreses consideran un santo,
o Niebla,
a la que llamó el autor “nivola” y cuyo protagonista Augusto Pérez es el otro
yo de Unamuno, el cual, ante la angustia que le produce saber que el novelista
ha decido darle muerte, se rebela contra él y le dice:
“Pues bien, mi señor creador don
Miguel, también usted se morirá, también usted, y se volverá a la nada de la que
salió. ¡Dios dejará de soñarle! Se morirá usted, sí, se morirá aunque no lo
quiera; se morirá usted y se morirán todos los que lean mi historia, todos,
todos, todos, sin dejar uno. ¡Entes de ficción como yo, lo mismo que yo.”
Asimismo escribió un teatro esquemático y esencial (Fedra) y numerosos libros de ensayos en los que expresa
con profundidad sus ideas sobre la raza, la inmortalidad, el sentimiento
trágico de la vida o la existencia de Dios. Y también sus impresiones sobre el
paisaje castellano intemporal (Andanzas y visiones españolas),
artículos de crítica literaria (Vida de Don Quijote y Sancho),
o puramente filosóficos, como en Del sentimiento trágico de la vida, del que extraemos el siguiente párrafo:
“La mente busca lo muerto
pues lo vivo se le escapa; quiere cuajar en témpanos la corriente fugitiva,
quiere fijarla. Para analizar un cuerpo, hay que menguarlo o destruirlo. Para
comprender algo hay que matarlo, enrigidecerlo en la mente. La ciencia es un
cementerio de ideas muertas, aunque de ellas salga vida. También los gusanos se
alimentan de cadáveres. Mis propios pensamientos tumultuosos y agitados en los
senos de mi mente, desgajados de su raíz cordial, vertidos a este papel y
fijados en él en formas inalterables, son ya cadáveres de pensamientos. ¿Cómo
pues, va a abrirse la razón a la revelación de la vida? Es un trágico combate,
es el fondo de la tragedia, el combate de la vida con la razón. "
Su estilo es fuerte, atrevido, lírico a veces, áspero otras, dramático
en ocasiones, pero siempre llamativo, un estilo de los que no caen en saco
roto. Además su expresión está llena de paradojas, ironías, con resonancias
etimológicas y palabras terruñeras, castizas.
***
José Martínez Ruiz “Azorín” (1874-1967) nació en Monóvar (Alicante). Cursó Derecho en
Valencia, Granada y Salamanca. Se trasladó a Madrid, donde trabajó de periodista.. Fue miembro de la R.A.E. y al llegar la guerra
civil se marchó a Francia. Transcurrida
la contienda, regresó a Madrid, donde permanecería hasta su muerte.
Hizo incursiones en la novela, como lo demuestran los siguientes títulos:
La
voluntad, Antonio Azorín o Las cofesiones de un pequeño folósofo, de carácter autobiográfico y de la que
copiamos las líneas siguientes: María Rosario, tú tenías entonces quince
años; llevabas un traje negro y un delantal blanco; tus zapatos eran pequeñitos
y nuevos.
“María Rosario, tú te ponías a
coser en el patio, en un patio con un toldo y grandes
María Rosario, yo pienso a ratos, después de tanto tiempo, en tus manos
blancas, en tus pies pequeños, en tu busto suavemente henchido; yo quisiera
volver a aquellos años y oír el ruido de la máquina en ese patio, y ver tus
ojos claros, y tocar con las dos manos muy blandamente tus cabellos largos. Y
esto no puede ser, María Rosario; tú vivirás en una casa oscura; te habrás
casado con un hombre que redacte terribles escritos para el juzgado; acaso te
hayas puesto gruesa, como todas las muchachas de pueblo cuando se casan; tal
vez encima de la mesa del comedor haya unos pañales....”
También cultivó el teatro de
tipo fantástico (caso de Brandy, mucho brandy) y el ensayo, género en el que destacó
con obras como Castilla, donde
presenta temas comunes a otros compañeros de la Generación del 98, como
la relación España-Europa, la idea de intrahistoria, la del eterno retorno o la del paso inexorable
del tiempo, que lo destruye todo. O La
ruta del don Quijote, en la que el autor explica sus viajes por la Mancha, visitando en especial
los lugares que sirven de marco a la obra de Cervantes. He aquí un breve
fragmento:
“Ya llevamos caminando cuatro
horas; son las once; hemos salido a las siete de la mañana. Atrás, casi
invisible, ha quedado el pueblo de Argamasilla; sólo nuestros ojos, al ras de
la llanura, columbran el ramaje negro, fino, sutil, aéreo de la arboleda que
exorna el río, delante destaca siempre, inevitable, en lo hondo, el azul, ya
más intenso, ya más sombrío, de la cordillera lejana. Por este camino, a través
de estos llanos, a estas horas precisamente, caminaba una mañana ardorosa de
julio el gran caballero de la
Triste Figura; sólo recorriendo estas llanuras, empapándose
de este silencio, gozando de la austeridad de este paisaje, es como se acaba de
amar del todo, íntimamente, profundamente, esta figura dolorosa.”
***
Antonio Machado (1875-1939) nació en Sevilla. Estudió en Madrid en la Institución
Libre de Enseñanza. Viajó a París, donde conoció a Rubén Darío. Fue catedrático
de francés en Soria; allí conoció a Leonor Izquierdo y se casó con ella; pero
la muerte de su esposa sumió al poeta en un dolor profundo. Luego enseñó en
Baeza, Segovia y Madrid. Republicano, al estallar la guerra civil, huyó a
Valencia, después a Barcelona y, finalmente, a Collioure, donde murió a poco de
llegar.
Escribió abundante obra en prosa,
de la que destaca Juan de Mairena, que trata temas de carácter literario y
filosófico. También, en colaboración con su hermano Manuel, escribió teatro,
uno de cuyos títulos más representativos es: La Lola se va a los puertos, donde su protagonista, una agraciada
bailaora, representa el alma popular española, eligiendo como marido a su
guitarrista en vez de los señoritos que la cortejaban.
Pero es en la poesía donde
se consagró. Su primer libro, Soledades, contiene rasgos
modernistas, así como el simbolismo del paso del tiempo, el amor, el agua, la
tarde o los caminos..., que se repetirán después. En muchos de sus poemas
aparecen la tristeza, la monotonía o el canto de lo cotidiano y de las pequeñas
cosas, que son motivos constantes en su poesía. He aquí una muestra:
“Yo voy
soñando caminos
de la tarde, ¡Las colinas
doradas, los verdes pinos,
las polvorientas encinas!…
¿Adónde el camino irá?
Yo voy cantando, viajero,
a lo largo del sendero…
-la tarde cayendo está-.
“En el corazón tenía
la espina de una pasión;
logré arrancármela un día:
ya no siento el corazón.”
Y todo el campo un momento
se queda, mudo y sombrío,
meditando. Suena el viento
en los álamos del río.
La tarde más se obscurece;
y el camino que serpea
y débilmente blanquea,
se enturbia y desaparece.
Mi cantar vuelve a plañir:
“Aguda espina dorada,
quién te pudiera sentir
en el corazón clavada.”
Después apareció Campos
de Castilla, su mejor
obra, en la que se muestra, como sus compañeros de Generación, preocupado
por el tema de España, a la vez que
canta el paisaje castellano, como en el apartado Campos de Soria o
expresa su experiencia amorosa con Leonor, su joven esposa, que moriría al poco
tiempo de casarse.
El siguiente libro, Nuevas
canciones, expresa,
adoptando las formas breves de la lírica tradicional española, los más
profundos pensamientos con la menor sonoridad posible: temores, deseos,
sentencias y reflexiones sobre la existencia humana.
Cierran su
producción poética un Cancionero apócrifo, del poeta
filósofo Abel Martín inventado por él, y Poesías de guerra, entre las que destaca la emotiva elegía al
asesinato del poeta Federico García Lorca.
Más que los temas (el paso del
tiempo, los recuerdos personales, el amor, el paisaje castellano, España...) lo
que importa en Machado es la emoción
profunda y austera que impregna su expresión. Sus versos, sentidos y sobrios, son muchos asonantados y octosílabos,
aunque también emplea las combinaciones de heptasílabos y endecasílabos, los
endecasílabos de sus sonetos y en ocasiones los alejandrinos. Además de los
citados sonetos, sus estrofas más
corrientes son las coplas, los romances y las silvas arromanzadas. Mucha de la
poesía contemporánea española se siente hereditaria de la de Antonio Machado
por su austera y sincera humildad y sencillez de forma métrica.
TEXTO COMENTADO
POEMA DE ANTONIO MACHADO
"¿Por qué,
decidme, hacia los altos llanos
huye mi corazón
de esta ribera,
y en tierra
labradora y marinera
suspiro por los
yermos castellanos?
Nadie elige su
amor. Llevóme un día 5
mi destino a los
grises calvijares
donde ahuyenta al
caer la nieve fría
las sombras de
los muertos encinares.
De aquel trozo de
España, alto y roquero,
hoy traigo a ti,
Guadalquivir florido, 10
una mata del
áspero romero.
Mi corazón está
donde ha nacido,
no a la vida, al
amor, cerca del Duero...
¡El muro blanco y
el ciprés erguido!"
SITUACIÓN
Antonio Machado en Campos de Castilla incorpora los tres
grandes temas de la
Generación del 98: la preocupación histórica, el paisaje y el
amor. Aquí aparecen los dos paisajes del poeta: el de su tierra natal,
Andalucía, y el de Soria, donde se enamoró. El texto es el segundo soneto del grupo titulado Los sueños dialogados .
CONTENIDO
El poeta añora la meseta castellana
en su tierra natal. El destino un día lo llevó a Soria para sentir el amor como
nunca. De ahí que lleve a su Guadalquivir florido una mata de romero de las
tierras sorianas. Confiesa que su corazón está donde conoció a su mujer y donde
yacen sus restos. El contenido queda distribuido así: en la 1ª estrofa el poeta
añora en su tierra natal los yermos castellanos; en la 2ª, el destino le lleva
un día a enamorarse allí; en la 3ª, el poeta trae al Guadalquivir florido una
mata de romero soriano; y en la 4ª, su corazón se encuentra donde conoció el
amor y lo perdió.
ANÁLISIS
Es un soneto poco común (cuarteto, serventesio,
terceto, terceto); así que su esquema métrico es 11A 11B 11B
11A; 11C 11D 11C 11D; 11E 11F
11E; 11F 11E 11F. Los encabalgamientos
se dan en los ocho primeros versos (el serventesio todo él es un encabalgamiento).
Respecto de los recursos expresivos más destacables, el cuarteto constituye una
interrogación retórica (afirma que su corazón huye de su tierra natal a la
desnuda meseta castellana). El "huye" intensifica su nostalgia y
constituye una personificación ("huye mi corazón"). En "Nadie
elige su amor" el amor es una metáfora del destino. Con sendas perífrasis se alude a los dos
paisajes queridos por el poeta (Andalucía: esta ribera, tierra labradora y
marinera; Soria: altos llanos, yermos castellanos, grises calvijares, nieve
fría, encinares, aquel trozo de España alto y roquero...). En los tercetos leemos
por fin los nombres de los ríos de ambos
paisajes. Léxico de Machado: altos llanos, mi corazón, tierra labradora, grises
calvijares, nieve fría, sombras, muertos encinares, romero...; en "Mi
corazón está donde ha nacido, no a la vida, al amor, cerca del Duero" se
resume el tema y la afirmación-negación es un prodigio de asíndeton.
Finalmente, los puntos suspensivos del verso 13 preparan la emoción expresada
en el último verso, "¡El muro blanco y el ciprés erguido!", sentida
metáfora que alude al cementerio soriano donde yace su joven esposa Leonor.
CONCLUSIÓN
Se trata, en resumen, de un soneto
donde expresa Machado su amor por las tierras sorianas donde, ya mayor, nació al amor y a la vida al conocer a la
mujer que sería su esposa en una tierra y un paisaje, el de la meseta regada
por el Duero, que siempre estaría presente en su poesía, pese a que allí
también sufriera la terrible desaparición de su mujer. El amor y el paisaje,
dos temas del 98, aparecen, pues en el
poema que acabamos de analizar.
***
Galería de autores destacados (II)
Pío Baroja (1872-1956) nació en San Sebastián. Durante su
juventud residió en Pamplona y Madrid, donde estudió Medicina. Ejerció esta
profesión en Cestona. Después se instaló definitivamente en Madrid (los
veranos, en su casa de Vera de Bidasoa). Abrió una panadería y se dedicó al
periodismo y a la literatura. Viajó por Europa. Fue miembro de la R.A.E. Solitario y de espíritu
independiente, mostró siempre su desprecio por las convenciones humanas.
Escribió poesía, una colección de narraciones
históricas, cuyo protagonista fue Eugenio Aviraneta, un libro de memorias y muchas novelas, entre las cuales destacan las siguientes: Zalacaín el aventurero, perteneciente a
la trilogía Tierra vasca, refleja
como ninguna otra el ideal del escritor: la acción frente a la reflexión, pues
Martín Zalacaín, aventurero convencido e involucrado en la segunda guerra
carlista, representa el hombre al que Baroja, tranquilo y pacífico, le hubiera
gustado ser. Camino de perfección (de
La vida fantástica) relata el camino
de destrucción (al contrario del seguido por Santa Teresa de Jesús en su libro
de mismo título) que sigue Fernando Osorio, personaje contradictorio, como
Baroja, entre revolucionario y abúlico. La
busca, perteneciente a la trilogía social La lucha por la vida, junto
con otras novelas como Mala hierba, narra
las vicisitudes del protagonista Manuel Alcázar en el Madrid de finales del siglo
XIX, en un ambiente de pícaros, prostitutas y proletarios, por llegar a
conseguir un trabajo y una vida de bienestar. O El árbol de la ciencia (de La raza), acaso la novela más representativa de Baroja pues, además de incluir rasgos autobiográficos del autor, muestra
las inquietudes de la
Generación del 98. En ella el protagonista, Andrés Hurtado se
hace médico y ejerce durante un tiempo; sin embargo, decepcionado por las
costumbres de la sociedad que le rodea, regresa a Madrid, donde tampoco
encuentra descanso para su escéptico modo de ver la vida; cree, finalmente,
hallar la solución en el amor y el matrimonio, pero primero la muerte de su
esposa Lulú y luego la de su hijo, lo llevan al suicidio. He aquí un fragmento
de la novela:
“La Venancia era una de esas
viejas secas, limpias y trabajadoras; se pasaba el día sin descansar un
momento.Tenía una vida curiosa. De joven había estado de doncella en varias
casas, hasta que murió su última señora y dejó de servir. La idea del mundo de la Venancia era un poco
caprichosa. Para ella, el rico, sobre todo el aristócrata, pertenecía a una
clase superior a la humana. Un aristócrata tenía derecho a todo: al vicio, a la
inmoralidad, al egoísmo; estaba como por encima de la moral corriente. Una
pobre como ella, voluble, egoísta o adultera, le parecía una cosa monstruosa;
pero esto mismo en una señorona lo encontraba disculpable.
A Andrés le asombraba una filosofía
tan extraña por la cual el que posee salud, fuerza, belleza y privilegios tiene
más derecho a otras ventajas que el que no conoce más que la enfermedad, la
debilidad, lo feo y lo sucio. Aunque no se sabe la garantía científica que
tenga, hay en el cielo católico, según la gente, un santo, San Pascual Bailón,
que baila delante del Altísimo, y que dice siempre: “más, más, más”. Si uno
tiene suerte le da más, más, más; si tiene desgracias, le da también más, más,
más. Esta filosofía bailonesca era la de la señora Venancia.
La Venancia conocía
toda la vida íntima del mundo aristocrático de su época; los sarpullidos en los
brazos y el furor erótico de Isabel II; la impotencia de su marido; los vicios,
las enfermedades, las costumbres de los aristócratas las sabía por detalles
vistos por sus ojos.”
Baroja sacrificó lo académico y las
normas gramaticales a cambio de lograr la exactitud,
precisión, claridad y rapidez en
sus novelas. Buen escritor del 98, mostró aborrecimiento por la grandilocuencia
de la literatura del siglo XIX. Prefiere el habla corriente de la calle, el de
la gente de acción y valiente del país Vasco o el de los habitantes de los
barrios bajos de Madrid. Sus novelas reflejan fielmente el mundo que lo rodea.
Y como lo que observa le parece negativo, por sus páginas desfila un hondo
pesimismo, que no escatimó siempre que lo consideró necesario.
***
Ramón María del Valle-Inclán (1866-1936)
nació en Villanueva de Arosa. Estudió el bachillerato en Pontevedra y Derecho
en Santiago. Dejó los estudios y se fue a México, donde trabajó de periodista.
Luego volvió a Galicia. En 1895 apareció en Madrid con sus típicos quevedos,
melenas y barbas largas. Llevó una vida de bohemia y constantes disputas con
otros escritores. Se casó con la actriz Josefina Blanco y viajó por América del
Sur dirigiendo la compañía teatral de María Guerrero. Después alternó su
vivienda entre Madrid y su tierra natal. Fue carlista, atacó a la Dictadura y sufrió
cárcel varias veces. Fue director de la Academia Española
de Roma. Finalmente, a consecuencia de un cáncer murió en Santiago de
Compostela.
Escribió poesía de rasgos modernistas como Aromas de leyenda, y otra de marcado tono caricaturesco, muy
cercano a lo que él llamó "esperpento", en el caso de La pipa de Kif. Sin embargo, supo
mezclar ambos estilos en libros como El
pasajero, del que entresacamos el peculiar soneto siguiente:
“¡Tengo rota la vida! En el combate
de tantos años ya mi aliento cede,
y al orgulloso pensamiento abate
la idea de la muerte, que lo
obsede.
Quisiera entrar en mí, vivir
conmigo,
poder hacer la cruz sobre mi
frente,
y sin saber de amigo ni enemigo,
apartado, vivir devotamente.
¿Dónde la verde quiebra de la
altura
con rebaños y músicos pastores?
¿Dónde gozar de la visión tan pura
que hace hermanas las almas y las
flores?
¿Dónde cavar en paz la sepultura
y hacer místico pan con mis
dolores?”
También cultivó el cuento, una de cuyas colecciones más
conocidas es Jardín umbrío, donde se
dan la mano historias de santos, ladrones, almas en pena, amores y asuntos
mágicos y terroríficos como los titulados Juan
Quinto o El miedo.
Y la novela, algunos de cuyos títulos más conocidos fueron las cuatro Sonatas, donde relata las aventuras del
marqués de Bradomín en un ambiente
refinado y sensual. En el grupo de novelas llamado El ruedo Ibérico trató de pintar la sociedad española desde finales del reinado de
Isabel II hasta la llegada al trono de su hijo Alfonso XII, en una especie de crónicas novelescas documentadísimas en la
historia y empleando rasgos
esperpénticos. Mencionaremos también Tirano
Banderas, que para muchos fue la primera novela esperpéntica del
autor y donde mezcla sabiamente la temática ambiental, la acción y la crónica
narrativa; la figura del tirano Santos Banderas fue precedente de El señor presidente, del guatemalteco
Miguel Ángel Asturias.
Dentro del teatro cultivado por Valle-Inclán sobresale la tragicomedia
esperpéntica Divinas palabras que, situada en la Galicia rural y mágica
llena de feriantes y hechiceros, tiene como eje a Laureaniño el Idiota, un
enano hidrocéfalo, que va en un carretón por ferias y romerías y cuya
deformidad es explotada por los hermanos de su madre Juana la Reina, una vez fallecida
ésta. Y Luces de bohemia, para muchos
la mejor obra dramática de Valle-Inclán, explica la teoría del esperpento en
boca del poeta ciego Max Estrella que, acompañado de Don Latino, personaje
hipócrita y egoísta que le sirve de guía, adquiere altura clásica en medio de
una sociedad degradada e innoble. Leamos
este breve fragmento:
“MÁXIMO
ESTRELLA se tiende en el umbral de su puerta. Cruza la costanilla un
perro golfo que corre en zigzag. En el centro, encoge la pata y se orina: El
ojo legañoso, como un poeta, levantado al azul de la última estrella.
MAX.- Latino,
entona la canción.
DON LATINO.- Si
continúas con esa broma macabra, te abandono.
MAX.- Yo soy el
que se va para siempre.
DON LATINO.-
Incorpórate, Max . Vamos a caminar.
MAX.- Estoy
muerto.
DON
LATINO.-¡Que me estás asustando' MAX.- , vamos a caminar. Incorpórate.¡No
tuerzas la boca, condenado!¡MAX.- !¡MAX.- !¡Condenado, responde!
MAX.- Los
muertos no hablan.
DON LATINO.-
Definitivamente, te dejo.
MAX.-¡Buenas noches!”
El estilo de Valle-Inclán empieza siendo modernista, musical y hecho para disfrute de los sentidos y acaba
empapándose de ironía que lo
transforma todo, paisaje, personajes y tema, en caricatura, dando paso así a lo
que él denominó la teoría del esperpento,
deformación sistemática de la realidad por medio de la mezcla de lo trágico y
lo cómico y la búsqueda insistente de los contrastes y las disonancias.
***
Rubén Darío (1867-1916), máximo representante del Modernismo, nació en Metapa (Nicaragua) en el seno de una familia
criolla. Estudió con los jesuitas y estuvo empleado en la Biblioteca Nacional.
Cosmopolita y viajero, visitó América y Europa. En España introdujo el
Modernismo y se relacionó con los escritores del 98. Ejerció el periodismo. Muy enfermo,
volvió a su tierra para morir.
Aunque fue un gran prosista (La caravana pasa, Los raros, España Contemporánea…), fue la poesía la
que le dio fama y reconocimiento. Su obra poética comienza con Azul,
libro en el que hay prosa poética, cuentos, romances, silvas y sonetos
alejandrinos como el titulado Caupolicán. Con Prosas
profanas alcanza su máxima altura (colorido, musicalidad, alusiones
mitológicas, palacios, princesas, cisnes…). La Sonatina es uno de
sus poemas más representativos, escrito en sextinas y con rimas agudas y
esdrújulas. También es memorable el Responso dedicado a su admirado
Verlaine y escrito en alejandrinos y eneasílabos.
En
Cantos de vida y esperanza canta Darío a España y a
Hispanoamérica con fe y optimismo. A este libro pertenecen algunos de los
poemas más celebrados del autor, como Letanía de Nuestro Señor don Quijote, La marcha triunfal o
La canción de otoño en primavera, que a continuación se copia:
“Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas
para no volver!
Cuando
quiero llorar, no lloro...
y a veces
lloro sin querer...
Plural ha sido
la celeste
historia de mi corazón.
Era una dulce niña, en este
mundo de duelo y de aflicción.
Miraba como el
alba pura;
sonreía como una flor.
Era su cabellera obscura
hecha de noche y de dolor.
Yo era tímido
como un niño.
Ella, naturalmente, fue,
para mi amor hecho de armiño,
Herodías y Salomé...
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Y más
consoladora y más
halagadora y expresiva,
la otra fue más sensitiva
cual no pensé encontrar jamás.
Pues a su
continua ternura
una pasión violenta unía.
En un peplo de gasa pura
una bacante se envolvía...
En sus brazos
tomó mi ensueño
y lo arrulló como a un bebé...
Y te mató, triste y pequeño,
falto de luz, falto de fe...
Juventud,
divino tesoro,
¡te fuiste para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
Otra juzgó que
era mi boca
el estuche de su pasión;
y que me roería, loca,
con sus dientes el corazón.
Poniendo en un
amor de exceso
la mira de su voluntad,
mientras eran abrazo y beso
síntesis de la eternidad;
y de nuestra
carne ligera
imaginar siempre un Edén,
sin pensar que la Primavera
y la carne acaban también...
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer.
¡Y las demás!
En tantos climas,
en tantas tierras siempre son,
si no pretextos de mis rimas
fantasmas de mi corazón.
En vano busqué
a la princesa
que estaba triste de esperar.
La vida es dura. Amarga y pesa.
¡Ya no hay princesa que cantar!
Mas a pesar
del tiempo terco,
mi sed de amor no tiene fin;
con el cabello gris, me acerco
a los rosales del jardín...
Juventud,
divino tesoro,
¡ya te vas para no volver!
Cuando quiero llorar, no lloro...
y a veces lloro sin querer...
¡Mas es mía el Alba de oro!
***
Entre los poetas españoles
adscritos al Modernismo, destacan entre otros Salvador Rueda y Manuel Machado. Salvador Rueda, malagueño (1857 -1933),
se adelantó a Rubén Darío como modernista
y fue coronado en Cuba después de triunfar en América y Filipinas. De su obra
poética recordamos los siguientes poemarios: En tropel, Cantos de la
vendimia, Cuadros de Andalucía o Fuentes de salud, al que corresponde el
famoso soneto dedicado a La sandía:
“Cual si de
pronto se entreabriera el día
despidiendo
una intensa llamarada,
por el acero
fúlgido rasgada
mostró su
carne roja la sandía.
Carmín
incandescente parecía
la larga y
deslumbrante cuchillada,
como boca encendida
y desatada
en frescos
borbotones de alegría.
Tajada tras
tajada, señalando
las fue el
hábil cuchillo separando,
vivas a la
ilusión como ningunas.
Las separó la
mano de repente,
y de improviso
decoró la fuente
un círculo de rojas medias lunas.”
Manuel Machado (Sevilla,
1874-Madrid, 1947), hermano del autor de Campos
de Castilla, marcha con él a Francia para hacer ambos de traductores de una
editorial y en París traban amistad con Rubén Darío. A su vuelta a Madrid,
Manuel es bibliotecario del Ayuntamiento y académico de la Lengua. Aunque
destaca en el teatro que escribió en colaboración con Antonio (Desdichas de la Fortuna o Julianillo
Valcárcel, La Lola se va a los
puertos o La duquesa de Benamejí),
su verdadera vocación es la poesía, cuyo cultivo empieza ya en 1900 con el
libro Alma, el mejor sin duda, al que
siguen otros de alta calidad como La
fiesta nacional, El mal poema, Cante hondo, Ars moriendi o Apolo. He
aquí una muestra perteneciente a Alma:
Felipe IV
“Nadie más cortesano ni pulido
que nuestro Rey Felipe, que Dios guarde,
siempre de negro hasta los pies vestido.
Es pálida su tez como la tarde,
cansado el oro de su pelo undoso,
y de sus ojos, el azul, cobarde.
Sobre su augusto pecho generoso,
ni joyeles perturban ni cadenas
el negro terciopelo silencioso.
Y, en vez de cetro real, sostiene apenas
con desmayo galán un guante de ante
la blanca mano de azuladas venas.”
***
TEXTO COMNTADO
Fragmento de Mala hierba, de Pío Baroja.
“La superioridad del espíritu de
Langairiños no le permitían suponer que un hombre que no fuera él valiese más
que otro.
Su obra maestra era un artículo
titulado “Todos golfos”. Se trataba de una conversación entre un maestro del
periodismo –él—y un aprendiz de periodista.
Aquel derroche de sal ática
terminaba con este rasgo de humor:
El aprendiz.- Hay que tener
principios.
El maestro.- En la mesa.
El aprendiz.- Hay que decir con
verdadera crudeza al país.
El maestro.- Se le van a
indigestar. Acuérdese usted de los
garbanzos de la casa de huésped.
El Superhombre escribía siempre
así, de un modo terrible, shakesperiano.
A consecuencia del desgaste
cerebral producido por sus trabajos intelectuales, el Súper se encontraba
neurasténico, y para curar su enfermedad tomaba glicerofosfato de cal en las
comidas y hacía gimnasia.”
SITUACIÓN
Pío Baroja es el novelista por
excelencia de la Generación del 98. Entre sus novelas destaca Mala hierba, perteneciente a la trilogía
La lucha por la vida, donde Manuel
Alcázar, el protagonista, lucha en un Madrid difícil por salir adelante. En su
camino se encuentra a personajes curiosos como el Langairiños del texto.
CONTENIDO
El texto en su concisión, exactitud
y brevedad se limita a retratar al periodista Langairiños en dos apartados: en
el primero se alude a sus aires de superioridad, ironía, ocurrencia, y con
estilo shakesperiano... Conviene citar el título de su obra maestra, Todos golfos, por lo que aporta; en el
segundo apartado se habla de su enfermedad y sus causas ( está neurasténico por
el desgaste cerebral que implica su trabajo; por ello se ve obligado a
medicarse y hacer gimnasia.
ANÁLISIS
El narrador, omnisciente, habla de
Langairiños en tercera persona y en pretérito imperfecto (propio de la
descripción: no le permitían suponer, era, terminaba, escribía, se encontraba,
tomaba...), excepto en el diálogo (perífrasis obligativas en presente). Hay dos
lenguajes diferentes: el del retrato de Langairiños (que se hace de dos
maneras: por lo que dice de él el narrador omnisciente y por lo que dice de él
el maestro de periodismo, que es el propio Langairiños en el texto teatral) y
el del diálogo. Nótese la perífrasis del primer párrafo para decir que no había
nadie superior a él) o la ironía en sus réplicas al aprendiz; la primera,
"en la mesa"( a la afirmación de
"hay que tener principios"); y la segunda, respecto a criticar
duramente al país, con la referencia a la indigestión de los garbanzos de la
pensión. Que no es otra cosa que una metáfora (crítica dura al país=indigestión
alimenticia). Asimismo, conviene destacar la presencia del narrador omnisciente
en el juego que hace con los apodos del maestro periodista y su superioridad
(Superhombre, Súper). también emplea el narrador el tono de zumba en el último
párrafo del texto ("desgaste cerebral producido por sus trabajos
intelectuales"). No podían faltar las referencias médicas tan abundantes
en la novelística de Baroja (desgaste cerebral, neurasténico, enfermedad,
glicerofosfato de cal...)
CONCLUSIÓN
Este texto es un ejemplo de la
eficacia de expresión del autor vasco. Con las menos palabras posibles, la
exactitud, la claridad y la rapidez que le caracterizan, retrata el modo de
ser, de hacer y decir del periodista Langairiños.